Un joven diseñador colombiano -Gabriel Sierra- hace cosas que no parecen tener uso comercial. Sin pudor, materializa preocupaciones domésticas aparentemente triviales y emociones inconfesables. El diseño es más que producir nuevos objetos. Dice Gabriel: "tengo 32 años y soy de un pequeño pueblo de la costa Caribe, a una hora de la playa, llamado San Juan de Nepomuceno. A pesar de ser zona roja es un pueblo muy apacible donde pasé una infancia muy linda. Mi papá es campesino y en el pueblo la idea es que termines la escuela y te salgas a estudiar otras cosas fuera. Yo me fui a Bogotá. Primero estudié arquitectura. Tenía un tío de Barranquilla que era arquitecto y esa idea de la modernidad la recibí de niño a través suyo. Pero enseguida me di cuenta de que no era lo que quería para mí y a través de un amigo que estudiaba diseño apliqué y me cambié a industrial."
Vano intento por cantar en español el mejor verso de Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”), periodismo de escritorio, caspa narrativa, literatura para leer en los paraderos, radio pirata & portátil, discos rayados, consejos para llegar a La Nada, comentarios varios, digresiones en orden alfabético, abrazos, besos; el último que salga, que cierre la puerta y apague la luz.
domingo, 6 de enero de 2008
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