El intrépido estudiante de periodismo deportivo tenía cabeza de cuero con gajos hexagonales y, tal vez por eso, cuando en una clase de taller gráfico el profesor preguntó si alguien conocía alguna de las obras de Julio Cortázar, respondió resueltamente:
–Hay un libro que se llama Rayuela, o algo así, y otro que se llama Vestuario.
–Hay un libro que se llama Rayuela, o algo así, y otro que se llama Vestuario.
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