miércoles, 29 de abril de 2009

Un recuerdo de Steven Spielberg

"Mi padre solía contarme historias de guerra, y me fascinaban. Sobre todo las de la Segunda Guerra. Siempre quise hacer una película de guerra. Y la primera fue El Imperio del Sol. Es la idealización de la capacidad de volar, de dejar la tierra. La novela de J. G. Ballard es casi autobiográfica. Le pregunté sobre lo real de las situaciones cuando estaba haciendo la película, y él afirmó que la novela es bastante adecuada a sus percepciones, aun cuando todos los niños tienden a exagerar. Yo simplemente quería asumir el punto de vista de un niño. Jim es un pájaro extraño. Vive bajo la protección de sus padres con una cuchara de plata saliéndole de la boca. Confunde a su madre cuando le dice: “He tenido un sueño en el que jugaba al tenis con Dios”. Así que comienza siendo un chico peculiar, único. Antes de Pearl Harbour, los japoneses esperaban a las afueras de Shanghai, que se llamaba la “zona internacional”: era inglesa, francesa y holandesa. Pero después de Pearl Harbour, los japoneses invadieron Shanghai. Así que Jim perdió todo y acabó en un campo de prisioneros. Es un chico muy rico que pasaba de la opulencia a la miseria. Y así de pronto tendrá que aprender quién es. Así que Jim siempre mira el cielo y usa su inteligencia para sobrevivir. Presta sus servicios a aquellos que pueden alimentarlo o protegerlo, y eventualmente llevarlo hasta sus padres. Una de las cosas que me gustaron del libro es que hacía selecciones sobre lo que un chico elige ver comparado con lo que un adulto decide ver. Un chico puede encontrar fascinante la cola de un B-29 que acaba de estrellarse cerca del campo de prisioneros. Un chico puede mirar esa cola y pensar que es muy interesante, mientras que un adulto sólo puede pensar de dónde vendrán las papas para alimentarse ahora. Además, se trata de la muerte de la infancia: en esta película me ocupo de la pérdida de la inocencia más que en cualquier otra que haya hecho antes o después. Cuando la película termina, y él cierra los ojos en brazos de su madre, con la que se acaba de reunir, ésos son los ojos de un viejo. No creo que Jim se quede mucho con sus padres. Creo que se irá por el mundo, quizá para convertirse en novelista. Que es lo que Ballard hizo en la vida real."

lunes, 27 de abril de 2009

Un apunte de un ex embajador de Estados Unidos en Irak

Cuando fue interrogado en el Congreso de los Estados Unidos sobre cómo veía él la situación en Irak, respondió: "Lo único que les puedo decir es que lo más importante que va a pasar en Irak, todavía no ha pasado". Y cuando le preguntaron: "¿Y qué es lo que va a pasar?". Él respondió: "No lo sé".

domingo, 26 de abril de 2009

PEG 589

El escritor y periodista Gustavo Álvarez Gardeazábal fue atacado el jueves pasado por seis desconocidos que llegaron hasta su vivienda, ubicada en el barrio Sajonia, en pleno centro de Tuluá, Valle. Tras insultarlo, los atacantes amenazaron con llevárselo y luego requisaron la vivienda, de la que hurtaron dos computadores. El comunicador hace parte del equipo del programa La Luciérnaga, de Caracol Radio.
El periodista se reunió con miembros de la Policía del Valle y, según varias fuentes, la Dijín tendría en su poder un video que demuestra que quienes cometieron el hecho fueron militares. Los uniformados fueron grabados por una cámara de una compañía de electricidad instalada en el sector y en ella se observa a los seis asaltantes irse de la casa del periodista a bordo de una camioneta cuyas placas son PEG 589 y que resultó ser del Ejército.

viernes, 24 de abril de 2009

Baudelaire dixit

"Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias."

martes, 21 de abril de 2009

Juan Marsé dixit

"... no olvides que de todos modos, y aunque Obama siempre puede ser mejor que Bush, el imperio es el imperio, y todavía es el imperio, y el emperador tiene que estar en función del imperio. Quiero decir que el presidente de los Estados Unidos es eso, el presidente del imperio, y el imperio es el imperio. No sé si me explico."

lunes, 20 de abril de 2009

La zona franca del régimen

Los hermanos Uribe Moreno.

Una respuesta de J. G. Ballard

-Borges dice que una de las virtudes del Corán es que uno nunca ve los camellos. Sus textos parecen utilizar una técnica similar. Los lectores nunca sabemos del todo qué está ocurriendo. Estamos siempre en el borde, en el límite de algo latente, presente, pero que en última instancia no podemos ver. ¿Es esa realmente su intención?
-No estoy seguro de que sea una descripción justa. En mi ficción trato de alcanzar la verdad inconsciente que yace bajo la superficie de la mente despierta. Nuestra visión del mundo es una ilusión creada por nuestros cerebros, que ha permitido a nuestros ancestros sobrevivir día a día. Nuestro sentido del tiempo, nuestra idea de quiénes somos, hasta la inconciencia misma, es todo una ilusión. Pero ¿es incluso nuestra la idea de la verdad una ilusión? La poesía, la ficción imaginativa, el surrealismo nos da una luz más certera de lo que puede ser un mundo más real.

Muere J. G. Ballard

Su agente, Margaret Hanbury, declaró "con gran tristeza" que Ballard, de 78 años, estaba enfermo "desde hace varios años. Su obra "El imperio del Sol", cuenta los años de su infancia pasados en un campo de detención japonés, durante la segunda guerra mundial. "J. G. Ballard fue un gigante de la escena literaria mundial durante más de 50 años", subrayó."Su observación aguda y visionaria de la vida contemporánea la destiló en numerosas novelas, potentes y brillantes, publicadas en el mundo entero, que hicieron de Ballard un autor de culto", indicó.
Ballard nació el 15 de noviembre de 1930 en Shanghai, donde su padre dirigía una empresa textil. Cuando los japoneses ocuparon la ciudad, tras su ataque en Pearl Harbour, en 1941, Ballard fue llevado junto con su familia a un campo de detención. Ballard contó esta experiencia en su novela "El imperio del Sol" (1984), la historia de un niño que vive a su modo la guerra, que fue llevada al cine, en forma notable, en 1987, por Steven Spielberg. Ballard es también el autor de la novela "Crash" (1973), llevada al cine en 1996 por David Cronenberg, donde describe fantasmas eróticos relacionados con los accidentes de circulación.

La poesía según Marianne Moore

"A mí también me desagrada. Sin embargo, al leerla con perfecto desprecio, se descubre en ella, después de todo, un sitio para lo genuino."

domingo, 19 de abril de 2009

Un poema de Marianne Moore: A un caracol

Si “la comprensión es la primera gracia del estilo”,
tú la tienes.
La contractilidad es una virtud
como es una virtud la modestia.
No es la adquisición de cualquier cosa
capaz de adornar.
O la cualidad incidental que se da
como concomitancia de algo bien dicho
lo que valoramos en el estilo,
sino el principio oculto:
en ausencia de pies, “un método de conclusiones”;
“un conocimiento de principios”
en el curioso fenómeno de tu cuerpo occipital.

sábado, 18 de abril de 2009

Un cuento de O. Henry: El regalo de los Reyes Magos

Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y setenta centavos estaban en peniques. Peniques ahorrados, uno por uno, discutiendo con el almacenero y el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas de uno se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces. Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad. Evidentemente no había nada que hacer fuera de echarse al miserable lecho y llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, con predominio de los lloriqueos.
Mientras la dueña de casa se va calmando, pasando de la primera a la segunda etapa, echemos una mirada a su hogar, uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.
Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna, Y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También pertenecía al departamento una tarjeta con el nombre de “Mr. James Dillingham Young”.
La palabra “Dillingham” había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba treinta dólares semanales. Pero ahora que sus entradas habían bajado a veinte dólares, las letras de “Dillingham” se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde “D”. Pero cuando Mr. James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su departamento, le decían “Jim” y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young, a quien hemos presentado al lector como Delia. Todo lo cual está muy bien.
Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas con el cisne de plumas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada, y vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente un dólar y ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada penique, mes a mes, y éste era el resultado. Con veinte dólares a la semana no se va muy lejos. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Sólo un dólar con ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad —algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Quizás alguna vez hayan visto ustedes un espejo de cuerpo entero en un departamento de ocho dólares. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia sus cabellera y la dejó caer cuan larga era.
Los Dillingham eran dueños de dos cosas que les provocaban un inmenso orgullo. Una era el reloj de oro que había sido del padre de Jim y antes de su abuelo. La otra era la cabellera de Delia. Si la Reina de Saba hubiera vivido en el departamento frente al suyo, algún día Delia habría dejado colgar su cabellera fuera de la ventana nada más que para demostrar su desprecio por las joyas y los regalos de Su Majestad. Si el rey Salomón hubiera sido el portero, con todos sus tesoros apilados en el sótano, Jim hubiera sacado su reloj cada vez que hubiera pasado delante de él nada más que para verlo mesándose su barba de envidia.
La hermosa cabellera de Delia cayó sobre sus hombros y brilló como una cascada de pardas aguas. Llegó hasta más abajo de sus rodillas y la envolvió como una vestidura. Y entonces ella la recogió de nuevo, nerviosa y rápidamente. Por un minuto se sintió desfallecer y permaneció de pie mientras un par de lágrimas caían a la raída alfombra roja.
Se puso su vieja y oscura chaqueta; se puso su viejo sombrero. Con un revuelo de faldas y con el brillo todavía en sus ojos, abrió nerviosamente la puerta, salió y bajó las escaleras para salir a la calle.
Donde se detuvo se leía un cartel: “Mme. Sofronie. Cabellos de todas clases”. Delia subió rápidamente Y, jadeando, trató de controlarse. Madame, grande, demasiado blanca, fría, no parecía la "Sofronie" indicada en la puerta.
—¿Quiere comprar mi pelo? —preguntó Delia.
—Compro pelo —dijo Madame—.
Sáquese el sombrero y déjeme mirar el suyo.
La áurea cascada cayó libremente.
—Veinte dólares —dijo Madame sopesando la masa con manos expertas.
—Démelos inmediatamente —dijo Delia.
Oh, y las dos horas siguientes transcurrieron volando en alas rosadas. Perdón por la metáfora, tan vulgar. Y Delia empezó a mirar los negocios en busca del regalo para Jim.
Al fin lo encontró. Estaba hecho para Jim, para nadie más. En ningún negocio había otro regalo como ése. Y ella los había registrado todos. Era una cadena de reloj, de platino, de diseño sencillo y puro, que proclamaba su valor sólo por el material mismo y no por alguna ornamentación inútil y de mal gusto —tal como ocurre siempre con las cosas de verdadero valor. Era digna del reloj. Apenas la vio se dio cuenta de que era exactamente lo que buscaba para Jim. Era como Jim: valioso y sin aspavientos. La descripción podía aplicarse a ambos. Pagó por ella veinte dólares y regresó rápidamente a casa con ochenta y siete centavos. Con esa cadena en su reloj, Jim iba a vivir ansioso de mirar la hora en compañía de cualquiera. Porque, aunque el reloj era estupendo, Jim se veía obligado a mirar la hora a hurtadillas a causa de la gastada correa que usaba en vez de una cadena.
Cuando Delia llegó a casa, su excitación cedió el paso a una cierta prudencia y sensatez. Sacó sus tenacillas para el pelo, encendió el gas y empezó a reparar los estragos hechos por la generosidad sumada al amor. Lo cual es una tarea tremenda, amigos míos, una tarea mastodóntica.
A los veinte minutos su cabeza estaba cubierta por unos rizos pequeños y apretados que la hacían parecerse a un encantador estudiante cimarrero. Miró su imagen en el espejo con ojos críticos, largamente.
“Si Jim no me mata”, se dijo, “antes de que me mire por segunda vez, dirá que parezco una corista de Coney Island. Pero, ¿qué otra cosa podría haber hecho? ¡Oh! ¿Qué podría haber hecho con un dólar y ochenta y siete centavos?”
A las siete de la tarde el café estaba ya preparado y la sartén lista en la estufa para recibir la carne.
Jim no se retrasaba nunca. Delia apretó la cadena en su mano y se sentó en la punta de la mesa que quedaba cerca de la puerta por donde Jim entraba siempre. Entonces escuchó sus pasos en el primer rellano de la escalera y, por un momento, se puso pálida. Tenía la costumbre de decir pequeñas plegarias por las pequeñas cosas cotidianas y ahora murmuró: “Dios mío, que Jim piense que sigo siendo bonita”.
La puerta se abrió, Jim entró y la cerró. Se le veía delgado y serio. Pobre muchacho, sólo tenía veintidós años y ¡ya con una familia que mantener! Necesitaba evidentemente un abrigo nuevo y no tenía guantes.
Jim franqueó el umbral y allí permaneció inmóvil como un perdiguero que ha descubierto una codorniz. Sus ojos se fijaron en Delia con una expresión que su mujer no pudo interpretar, pero que la aterró. No era de enojo ni de sorpresa ni de desaprobación ni de horror ni de ningún otro sentimiento para los que que ella hubiera estado preparada. Él la miraba simplemente, con fijeza, con una expresión extraña.
Delia se levantó nerviosamente y se acercó a él.
—Jim, querido —le gritó— no me mires así. Me corté el pelo y lo vendí porque no podía pasar la Navidad sin hacerte un regalo. Crecerá de nuevo ¿no te importa, verdad? No podía dejar de hacerlo. Mi pelo crece rápidamente. Dime “Feliz Navidad” y seamos felices. ¡No te imaginas qué regalo, qué regalo tan lindo te tengo!
—¿Te cortaste el pelo? —preguntó Jim, con gran trabajo, como si no pudiera darse cuenta de un hecho tan evidente aunque hiciera un enorme esfuerzo mental.
—Me lo corté y lo vendí —dijo Delia—. De todos modos te gusto lo mismo, ¿no es cierto? Sigo siendo la misma aún sin mi pelo, ¿no es así?
Jim pasó su mirada por la habitación con curiosidad.
—¿Dices que tu pelo ha desaparecido? —dijo con aire casi idiota.
—Se está viendo —dijo Delia—. Lo vendí, ya te lo dije, lo vendí, eso es todo. Es Noche Buena, muchacho. Lo hice por ti, perdóname. Quizás alguien podría haber contado mi pelo, uno por uno —continuó con una súbita y seria dulzura—, pero nadie podría haber contado mi amor por ti. ¿Pongo la carne al fuego? —preguntó.
Pasada la primera sorpresa, Jim pareció despertar rápidamente. Abrazó a Delia. Durante diez segundos miremos con discreción en otra dirección, hacia algún objeto sin importancia. Ocho dólares a la semana o un millón en un año, ¿cuál es la diferencia? Un matemático o algún hombre sabio podrían darnos una respuesta equivocada. Los Reyes Magos trajeron al Niño regalos de gran valor, pero aquél no estaba entre ellos. Este oscuro acertijo será explicado más adelante.
Jim sacó un paquete del bolsillo de su abrigo y lo puso sobre la mesa.
—No te equivoques conmigo, Delia —dijo—. Ningún corte de pelo, o su lavado o un peinado especial, harían que yo quisiera menos a mi mujercita. Pero si abres ese paquete verás por qué me has provocado tal desconcierto en un primer momento.
Los blancos y ágiles dedos de Delia retiraron el papel y la cinta. Y entonces se escuchó un jubiloso grito de éxtasis; y después, ¡ay!, un rápido y femenino cambio hacia un histérico raudal de lágrimas y de gemidos, lo que requirió el inmediato despliegue de todos los poderes de consuelo del señor del departamento.
Porque allí estaban las peinetas —el juego completo de peinetas, una al lado de otra— que Delia había estado admirando durante mucho tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del color para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.
Pero Delia las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:
—¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!
Y enseguida dio un salto como un gatito chamuscado y gritó:
—¡Oh, oh!
Jim no había visto aún su hermoso regalo. Delia lo mostró con vehemencia en la abierta palma de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del brillante y ardiente espíritu de Delia.
—¿Verdad que es maravillosa, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.
En vez de obedecer, Jim se dejo caer en el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió. —Delia —le dijo— olvidémonos de nuestros regalos de Navidad. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora pon la carne al fuego.

Las venas abiertas de América Latina

Chávez le ha entregado a Obama un libro que explica la historia de expolio y dominación de medio continente, Las venas abiertas de América Latina, un ensayo escrito por Eduardo Galeano y publicado en 1971, libro que Obama ha recibido con una sonrisa. "Pensé que sería uno de los libros de Chávez", ha dicho Obama en tono jocoso después. "Le iba a dar uno de los míos a cambio".

viernes, 17 de abril de 2009

Gus van Sant entrevista a Harmonie Korine





Harmony Korine: Hey.
Gus Van Sant: ¿Dónde estás? ¿En Nueva York?
H: Si, estoy en Nueva York. Con mi vagina de bolsillo.
G: ¿Qué es eso?
H:: Ah, es sólo este aparato eléctrico en forma de vagina. Acabo de comprarlo en la Calle Octava. Estaba pensando en conectármelo durante la entrevista. [Comienza el ruido eléctrico del vibrador]. ¿Qué tal?
G:: Umm, nada. Oh, me leí un libro entero sobre historias de esos niños hippies.
H:: ¿De verdad?
G:: Sí… Uno de ellos es acerca de, tú sabes, del amor a los nueve.
[Risas]
H:: ¿Qué? ¿Esta niña estaba teniendo sexo a los nueve?
G:: Sí, y eso casi destruyó su vida.
H:: Yo crecí en una comuna y eso no era así para nada. Era más Troskista, y todos estaban afuera en los campos del este de Tennessee haciendo propaganda marxista y bombardeando iglesias vacías.
G:: ¿De verdad?
H: Si, pero al mismo tiempo veían muchas películas de los Bowery Boys y cosas como esas. Era extraño. Querían algo así como inventar su propia cultura. Pero yo no diría que era realmente una cultura hippie.
G:: Oh, ¿era sólo antagonismo político?
H::: Sí, sí, exactamente.
G:: Me acuerdo cuando te encontré por primera vez. Yo iba con Larry [Clark] y creo que almorzamos con Scott, que estaba trabado y…
H:: [Risas].
G:: ¿Te acuerdas de eso?
H:: Si, por supuesto.
G:: Y tú y yo condujimos a lo alto de la ciudad. Scott se separó, por supuesto, para ir a conseguir drogas.
H:: Sí. Me acuerdo que cabeceaba todo el tiempo. [Risas]. Y yo no sabía porqué. Yo había acabado de llegar de Tennessee. Creí que era alguna clase de narcoléptico.
G:: Sólo estaba adormilado.
H:: Sí.
G:: Y después cogimos un taxi hacia lo alto de la ciudad y dijiste que debería escuchar a los Shaggs.
H:: Oh, ¿te acuerdas de eso?
G:: Sí, porque fue la primera vez que escuché algo de los Shaggs y tú me los explicaste.
H:: Sí, su papá les dio un álbum de Herrman Hermits, una batería, un bajo y una guitarra y los encerró en el sótano y sólo les daba maní, mantequilla y sánduches de gelatina por tres semanas seguidas y les dijo que no podrían salir hasta que no estuvieran listos para ser estrellas de rock.
[Risas]
G:: Dijiste que me darías su álbum y que probablemente cambiaría mi vida. Y luego saliste del carro. Nunca tuve el álbum y tampoco pude encontrarlo en la tienda de discos.
[Risas]
G:: Y seguí pensando, bueno, me pregunto si mi vida hubiera cambiado…
[Risas].
G:: ¿Conociste a Larry en el Square Park de Washington cuando tenías 18?
H:: Sí, sí. Él me estaba tomando fotos.
G:: ¿Y le dijiste que podrías escribir un guión para él bastante rápido? El que se convirtió en Kids.
H:: Comenzamos a hablar. Kids no era una película que hubiera pensado escribir o en la que estuviera particularmente interesado, o una película que yo hubiera escrito por mí mismo, tú sabes. Aún incluso no la considero mi película. Pienso en ella mucho más como la película de Larry, aunque yo la escribí y aunque era sobre muchachos que yo conocía en ese período de mi vida. Era como un trabajo.
G: Sí, exactamente. Quiero decir, justamente la noción de tener una película hecha cuando tienes 18. Incluso no parecía posible.
Sólo he visto tres o cuatro escenas de Julien Donkey-Boy pero quedé realmente impresionado con toda la realización, lo que pasaba en las escenas y la forma en que fueron rodadas. Cada escena tenía una filosofía diferente, lo cual era sorprendente, y también, algunas de las escenas fueron grabadas con montones de cámaras, lo cual era extremadamente impresionante.
H:: Sí, con Gummo experimenté mucho con el video pero no era incluso la estética del video la que me excitaba, era más la libertad a la que me sentía avocado. La gente habla acerca de la revolución del video. Pienso que están más preocupados con el aspecto financiero del asunto, lo cual para mí es secundario. Me podría preocupar menos acerca de cuánto cuesta una película. Pienso que una película debería ser grandiosa si es hecha con cien millones o con un dólar. No hay diferencia. Pero lo que fue más excitante en (usar) el video (en Gummo) fue la intimidad que él permitía. No necesitaba esas enormes multitudes para la iluminación y también estaba emocionado con el hecho de manejar la cámara. Siento que las mejores escenas en Gummo fueron las escenas donde nadie estaba alrededor, incluso en las que ni siquiera yo estaba alrededor. Era sólo el camarógrafo y el actor. Diseñamos un escenario iluminado con posibilidad para que el sonidista estuviera afuera. Yo sólo iba al medio, le daba dirección a los actores, les decía qué improvisar y luego salía del cuarto. Quería hacer Julien Donkey-Boy con este estilo, y quería tener ángulos de cada dirección. Lo quería casi matemático. Quería usar treinta cámaras a la vez y tener gente sentada en los árboles y detrás de las ventanas.
G:: Es como el guardia en el puesto de seguridad de un largo edificio con todos esos monitores de vigilancia.
H:: Es como quería que Julien Donkey-Boy pusiera un final a esta noción del realismo en el cine, porque no pienso que exista algo así como el realismo o una cosa cien por ciento real, en el cine o en el documental. Al final, el cine es una mentira y las mentiras son buenas si eres un buen mentiroso. Es algo sobre lo que Werner (Herzog) y yo hablábamos mucho, que básicamente hay algo mucho más grande que la verdad en el cine. Hay una verdad poética que parece flotar por encima de una película, algo que es casi divino. Para mí, las grandes obras de arte existen en un nivel en el que no puedes ver al director o al artista llegando a las ideas. De algún modo parece tomar proporciones bíblicas, parece que siempre hubiera existido. Cuando veo una película como The Night Of The Hunter (1955), o incluso The Passion Of Joan Of Arc (1928), no puedo ver los mecanismos; no puedo ver al director pensando. Se siente como si la película hubiera caído del cielo. Quería hacer una película que tuviera esta clase de sensación. Y quería llevarla al siguiente nivel, entonces utilicé multiplicidad de cámaras y comencé a recrearme con esta idea de grabar a los actores con cámaras espías.
G:: ¿Y al final, tenías algo así como 120 horas de metraje?
H:: Si, algo así. 150 horas más o menos.
G:: Eso es bastante metraje. Entonces, ahora estás a punto para hacer la copia.
H:: Sí. Estamos haciendo este loco tránsfer para hacer que parezca de archivo. Parecen pinturas en movimiento, donde los colores hierven y se mezclan unos con otros. Es como cuando tomas una foto y la imprimes en una Xerox a color. La fotografía deja de serlo; es como una pintura porque es tinta sobre papel, entonces no ves realmente la profundidad de campo. Se convierte en algo más integrado porque cada cosa está algo así como condensada y aplanada.
G:: Guau, es excelente.
H:: Si, es emocionante porque la misma película es lo más cercano a cierta clase de realismo que puedas obtener de una película.
G:: Es como un evento en vivo, especialmente las escenas donde hay mucha gente. Es obtener una clase de calidad de evento deportivo internacional.
H:: [Risas]. Sí, exactamente.
G:: Viendo Julien Donkey-Boy, entendí que excepto para comedias como El Show de Lucy, donde usan tres cámaras, los directores han separado siempre tomas que no deberían haber sido separadas. Es la forma en que las películas han sido hechas por lo general. Pero si separas ángulos en vivo, estará más emparentado con un evento en vivo.
H:: Tiende a llevar al espectador al interior de la escena. Recibí mucha influencia al ver las Olimpiadas del 92.
G:: Déjame preguntarte por estos dos muchachos Lars Von Trier y Thomas Vinterberg, [dos de los fundadores de Dogma 95]. ¿Cuándo los conociste?
H:: Fue un mes antes de rodar Julien Donkey-Boy. Había visto La celebración [Festen] de Thomas Vintenberg en el Festival de Nueva York porque alguien me había dicho que me gustaría. Estaba muy decepcionado de las películas en ese tiempo, pensando que básicamente todos se habían rendido, o, tú sabes, que nadie estaba tratando de jalonar, y después veo La celebración y me gustó realmente. Vi Los idiotas [Idiotern] de Lars von Trier antes de esa, y me gustó también. Y recibí una llamada de Thomas alrededor de una semana después, y me dijo: “oí que vas a hacer una nueva película y hablé con Lars von Trier y nos estamos preguntando si estarías interesado en comenzar la Nueva Ola Americana y unirte a la hermandad del Dogma 95”. Y me gustó.
G:: ¿No había una especie de ritual Masónico al que debías asistir?
H:: Me tienen prohibido… Me pueden mutilar alguna parte de mi cuerpo si divulgo eso…
G:: ¿Como un ritual nórdico?
H:: Sí, es como un ritual cinemático nórdico masónico [Risas]. Como que parecía un chiste. Pero hablando con ellos, lo que finalmente me hizo unirme al Dogma fue que no había realmente una ironía en ello. Quiero decir, toda la cosa es muy seria. Ellos escribieron ese Voto de castidad semi-calvinista para realizadores y era un ritual muy estricto. Me gustan las cosas parecidas a las acciones militares de rescate, lo cual es básicamente el propósito de esto.
G:: Es una acción militante para rescatar a la gente del cine simplista.
H:: La mediocridad del cine. Sí. Y también como reacción al fracaso de la Nueva Ola [francesa] de los 60´s y cómo al final fue sólo romanticismo burgués.
G:: Oh, eso es lo que Werner Herzog está hablando ahora. ¿Están separados de las ideas de Werner?
H:: Pienso que hay una correlación definida con lo que Werner ha estado haciendo, excepto que él argumentaría que todos sus documentales son en vivo. Ellos dicen en el manifiesto que siguiendo esas reglas hasta el final, exigiéndote a ti mismo el seguimiento del Voto de castidad, una clase de suprema verdad saldría de los personajes y de los actores. El director se anuncia a sí mismo como un artista y dice: “no trataré más de imponer una estructura artística a los actores”.
G:: Correcto, como que el actor no tenga que batir marcas. Ellos hacen lo que quieren y tú sólo los cubres como opuesto a, tú sabes…
H:: Exactamente. Todas estas reglas básicamente les permiten cavar más hondo y encontrar algo que no podían encontrar antes. Aunque Los idiotas y La celebración tenían guión, hubo improvisación sobre la marcha. En Julien Donkey-Boy no hubo exigencias técnicas, las tuve que adoptar para que realmente se correspondieran con el “Voto de castidad”.
G:: ¿Ya estabas planeando cosas similares?
H:: Sí, estaba planeando rodar en un modo muy similar, excepto, de nuevo, que yo estaba tratando de ir más lejos usando treinta cámaras, sin ningún guión de ninguna clase, sin ningún diálogo, básicamente trabajando sólo con ideas e imágenes. El Voto de castidad incluso hizo el rodaje un poco más tenso, porque no puedes confiar en ninguna clase de anuncio –trucos de producción; no puedes confiar en la forma en que las películas se hacen generalmente. Pero no podía haberme imaginado nunca tener una experiencia que fuera más libre. No tenía a nadie mirando sobre mi hombro. Nadie diciéndome qué hacer. Es la visión más pura que haya podido tener en el cine.
G:: Cool
H:: [El ruido eléctrico se detiene]. ¿Hay más preguntas?
G:: No.
H:: [Risas]. Qué bueno.

martes, 14 de abril de 2009

De Florence Thomas para Lina Moreno

"Lina, habla con ese hombre que un día te enamoró y trata de convencerlo para que deje el poder y sus ambiciones políticas; demuéstrale que la vida se encuentra también en otra parte, allende, en la otra orilla, y -como seguramente está algo intoxicado por la política patriarcal- explícale que hay maneras distintas de hacer política.
Muéstrale cómo los dos están envejeciendo -lo conoces y seguro que sabrás encontrar las palabras- y que, antes de que sea tarde, merecen reencontrar espacios para la vida, simplemente la vida. Dile que estás cansada de los guardaespaldas, de los protocolos y de los himnos; de las charlas insulsas de las esposas de embajadores, ministros y generales; dile que quieres volver a cultivar los rosales de tu casa de Rionegro mientras él lee las novelas históricas que lo apasionan. Dile que añoras ir a cine, como hace mucho, muchísimo tiempo, con él y con tus hijos, sin que nadie los vigile. Dile que no es tarde para volver a hacer el amor lentamente en las calurosas tardes de Córdoba".

Una artista de nuestros tiempos

Madonna publica una fotografía suya cargando a la pequeña Mercy, Misericordia, la niña de Malawi que aspira a adoptar. ¿Pero, porqué en sepia? Bueno, en fin, el color sepia...

Janis Joplin en la cárcel


domingo, 12 de abril de 2009

"Cuando una esquirla en el combate acierte mi pecho..."

El intendente Rodríguez, miembro del Esmad de la Policía de Bogotá, es quizás, el miembro más sensible y espiritual del Escuadrón Móvil Antidisturbios, organismo de la Policía que se encarga de prevenir y controlar disturbios y desmanes en Bogotá. En ocasiones, al igual que sus compañeros, el intendente poeta tiene que acudir a la fuerza para combatir a los autores de los desórdenes. Y aunque suene increíble, o quizás paradójico, este tipo de situaciones lo inspiran para hacer una de las cosas que más le gustan en la vida: poesía. Una de sus creaciones literarias, Cuando yo muera, relaciona su trabajo como policía con el campo sentimental.
"Cuando una esquirla en el combate acierte mi pecho ya cansado traspasar, cuando me quiera sorprender la muerte muy lejos del sol y de tu amor", dice uno de los versos del intendente Domingo Antonio Rodríguez, de 35 años.

Un poema de Mario Rivero: Un habitante

Este hombre no tiene nada que hacer
sabe decir pocas palabras
lleva en sus ojos colinas y siestas en la hierba
Va hacia algún lugar con un paquete bajo el brazo
en busca de alguien que le diga "entre usted"
después de haber bebido el polvo
y el pito largo de los trenes
después de haber mirado en los periódicos la lista de empleos
No desea más que donde descansar uno-por-uno-sus-poros
Hay tanta soledad a bordo de un hombre
cuando palpa sus bolsillos o cuenta los pollos asados en los escaparates
o en la calle los caballitos que fabrica la lluvia feliz
Y dentro en la tibieza las bocas sonríen a la medianoche
algunas se besan y atesoran deseos
otros mastican chicles y juegan con sus llaves
crecen los bosques de ídolos
y el cazador cobra su mejor pieza

Miriam Gómez habla de la novela póstuma de Guillermo Cabrera Infante, La ninfa inconstante

“De Lolita nada. No hay pedofilia. En Cuba, una muchacha de 16 años es una mujer completa.”

Corín Tellado dixit

"He sacrificado mi vida a la literatura. Me hice daño a mí misma".

Una frase del nuevo disco de Bob Dylan

"Estoy escuchando a Billy Joe Shaver / y estoy leyendo a James Joyce. / Algunos dicen que tengo la sangre de la tierra en mi voz".

Kiss, Bogotá, abril de 2009







viernes, 10 de abril de 2009

No mires para abajo

Si Eliseo Subiela no es el peor director de cine del mundo, yo soy James Joyce. Y yo no soy James Joyce.

Un poeta de Viernes Santo

El escritor y pintor John Berger cuenta su propia pasión vivida en un museo londinense. Fue a pintar un dibujo de la 'Crucifixión' inspirado en el cuadro de Antonello da Messina. El acto está prohibido, pero Berger se salió con la suya.

El Viernes Santo de 2008 yo estaba en Londres. Y a primera hora de la mañana, decidí ir a la National Gallery a contemplar el cuadro Crucifixión, de Antonello da Messina. Es la representación más solitaria de esa escena que conozco. La menos alegórica.
En las obras de Antonello -y hay al menos 40 cuadros que indiscutiblemente son suyos- hay un especial sentido siciliano de la presencia que no tiene medida, que rechaza toda moderación o autoprotección. Se puede apreciar eso mismo en estas palabras pronunciadas por un pescador de la costa cercana a Palermo, y recogidas por Danilo Dolci hace algunas décadas.
"Hay veces en que miro las estrellas por la noche, especialmente cuando salimos a pescar anguilas, y empiezo a darle vueltas a la cabeza: '¿El mundo es real de verdad?'. Yo no me lo creo. Si estoy tranquilo, puedo creer en Jesús. Métete con Jesucristo y te mato. Pero hay veces en que no soy capaz de creer, ni siquiera en Dios. 'Si Dios existe realmente, ¿por qué no me da un respiro y un trabajo?" (cita de Sicilian lives. Danilo Dolci. Pantheon, 1981).
En una Pietà pintada por Antonello que ahora está en el Prado, el Cristo muerto es sostenido por un ángel desvalido que apoya su cabeza en la de Jesucristo. El ángel más conmovedor que existe en la pintura.
Sicilia, una isla que admite la pasión y rechaza las ilusiones.
* * *
Cogí el autobús hasta Trafalgar Square. No sé los cientos de veces que habré subido los escalones que conducen desde la plaza al museo y ofrecen, antes de entrar, una panorámica de las fuentes vistas desde arriba. La plaza, a diferencia de muchos famosos lugares de reunión urbanos (como la Bastilla de París) es, a pesar de su nombre, extrañamente indiferente a la historia. Ni los recuerdos ni las esperanzas dejan su huella en ella.
En 1942 subí los escalones para ir a unos recitales de piano que daba Myra Hess en el museo. La mayoría de los cuadros habían sido evacuados por miedo a los bombardeos aéreos. Hess tocaba a Bach. Los conciertos se celebraban a mediodía. Escuchábamos tan callados como los pocos cuadros que había en las paredes. Las notas y los acordes del piano nos parecían un ramo de flores atadas con una cuerda de muerte. Nos quedamos con el vívido ramo e hicimos caso omiso del cordel.
En ese mismo año, 1942, los londinenses escucharon en la radio por primera vez -creo que en verano- la Séptima Sinfonía de Shostakóvich, dedicada a la sitiada Leningrado. Había empezado a componerla en la ciudad durante el sitio de 1941. Para algunos de nosotros, la sinfonía era una profecía. Al oírla, nos decíamos a nosotros mismos que la resistencia de Leningrado, en ese momento seguida por la de Stalingrado, terminaría por conducir a la derrota de la Wehrmacht por el Ejército Rojo. Y esto fue lo que sucedió.
Es curioso que, en tiempos de guerra, la música sea una de las poquísimas cosas que parecen indestructibles.
* * *
Encuentro la Crucifixión de Antonello fácilmente, colgada a la altura de los ojos, a la izquierda según se entra en la sala. Lo que resulta tan impresionante de las cabezas y los cuerpos que pintó no es simplemente su solidez, sino la forma en que el espacio que los rodea ejerce presión sobre ellos, y la forma en que ellos intentan resistirse a esa presión. Es esta resistencia la que los hace tan innegable y físicamente presentes. Tras contemplarlo durante un buen rato, decido intentar dibujar solamente la figura de Cristo.
Un poco a la derecha del cuadro, cerca de la entrada, hay una silla. Cada sala de exposición tiene una, y son para los vigilantes oficiales del museo, que observan a los visitantes, les avisan si se acercan demasiado a un cuadro y responden preguntas.
* * *
"Por favor, ¿podría decirnos dónde están las obras de Velázquez?".
"Sí, sí. Escuela española. En la sala XXXII. Sigan recto, tuerzan a la derecha al final y luego sigan por el segundo pasillo a la izquierda".
"Estamos buscando el retrato de un ciervo".
"¿Un ciervo? ¿Se refieren a un ciervo macho?"
"Sí, sólo su cabeza".
"Tenemos dos retratos de Felipe IV y en uno de ellos su magnífico bigote se curva hacia arriba, como hacen los cuernos. Pero me temo que no hay ningún ciervo".
"¡Qué raro!".
"A lo mejor su ciervo está en Madrid. Aquí, lo que no deberían perderse es el cuadro de Cristo en la casa de Marta. Marta aparece preparando una salsa para un pescado, machacando ajo en un mortero".
"Hemos estado en el Prado, pero allí no había ningún ciervo. ¡Qué pena!".
"Y no se pierdan nuestra Venus del espejo. La parte de atrás de su rodilla izquierda es algo extraordinario".
* * *
Los vigilantes siempre tienen dos o tres salas que vigilar, así que deambulan de una a otra. La silla que está junto a la Crucifixión está vacía por el momento. Tras sacar mi cuaderno de dibujo, una pluma y un pañuelo, coloco con cuidado mi pequeña bandolera en la silla.
Empiezo a dibujar. Corrijo un error tras otro. Algunos son triviales, otros no. El problema fundamental es la escala de la cruz en la hoja. Si no es la correcta, el espacio circundante no ejercerá presión, y no habrá resistencia. Dibujo con tinta y humedezco mi dedo índice con saliva. Mal comienzo. Paso la página y empiezo otra vez.
No volveré a cometer el mismo error. Cometeré otros, claro está. Dibujo, corrijo, dibujo.
Antonello pintó cuatro crucifixiones en total. Sin embargo, la escena que más repitió fue la del ecce homo, en la que Cristo, liberado por Poncio Pilatos, es exhibido, ridiculizado, y oye a los sacerdotes supremos judíos exigir su crucifixión.
Pintó seis versiones. Todas ellas son primeros planos de la cabeza de Cristo, rotunda en su sufrimiento. Tanto el rostro como el retrato del rostro son fuertes e inquebrantables. La misma y sagaz tradición siciliana de captar la medida de las cosas, sin sentimentalismos ni cumplidos.
"¿Ese bolso de la silla es suyo?".
Miro de reojo a los lados. Un guardia de seguridad armado me mira con el ceño fruncido mientras señala la silla.
"Sí, es mío".
"¡La silla no es suya!".
"Lo sé. He puesto mi bolso ahí porque no había nadie sentado en ella. En seguida lo quito".
Cojo el bolso, doy un paso a la izquierda en dirección al cuadro, coloco el bolso en el suelo entre mis pies y vuelvo a observar mi dibujo.
"Ese bolso no puede quedarse en el suelo".
"Puede revisarlo: aquí está mi cartera y hay algunas cosas para dibujar, nada más".
Sostengo el bolso abierto. Se da la vuelta.
Pongo el bolso en el suelo y empiezo a dibujar otra vez. El cuerpo de la cruz es finísimo, a pesar de toda su solidez. Más fino de lo que uno habría podido imaginar antes de dibujarlo.
"Se lo advierto. Ese bolso no puede estar en el suelo".
"He venido a dibujar este cuadro porque es Viernes Santo".
"Está prohibido".
Sigo dibujando.
"Si continúa", dice el guardia de seguridad, "llamaré al supervisor".
Levanto el dibujo para que pueda verlo.
Es un hombre bajo y fornido de cuarenta y tantos años. Con ojos pequeños. O con ojos que achica mientras echa la cabeza hacia delante.
"Diez minutos", le digo, "y habré terminado".
"Voy a llamar al supervisor ahora mismo", dice.
"Escuche", le contesto, "si tenemos que llamar a alguien, vamos a llamar a alguien del personal del museo y, con un poco de suerte, podrán explicarle que no hay problema".
"El personal del museo no tiene nada que ver con nosotros", masculla entre dientes. "Somos independientes y nos encargamos de la seguridad".
"¿La seguridad? ¡Y una mierda!". Pero no lo digo.
Empieza a caminar lentamente de un lado a otro como un centinela. Yo dibujo. Ahora estoy dibujando los pies.
"Cuento hasta seis", me dice, "y luego llamo".
Se acerca el teléfono móvil a la boca.
"¡Uno!".
Me mojo el dedo con saliva para conseguir el gris.
"¡Dos!".
Difumino la tinta sobre el papel con mi dedo para marcar el hueco oscuro de una mano.
"¡Tres!".
La otra mano.
"¡Cuatro!". Se acerca a mí dando zancadas.
"¡Cinco! Cuélguese el bolso del hombro".
Le explico que, dado el tamaño del bloc de dibujo, si hago eso no puedo dibujar.
"¡El bolso colgado del hombro!".
Lo recoge y me lo pone delante de la cara.
Cierro la pluma, cojo el bolso y digo "joder" en voz alta.
"¡Joder!".
Abre los ojos y mueve la cabeza, sonriendo.
"Lenguaje obsceno en un lugar público", anuncia. "Nada menos".
El supervisor se acerca. Relajado, rodea lentamente la sala.
Suelto el bolso en el suelo, saco la pluma y vuelvo a mirar el dibujo. El suelo tiene que estar ahí para limitar el cielo. Con unos cuantos toques, señalo la tierra.
En una Anunciación pintada por Antonello, la Virgen está de pie delante de un estante en el que hay una Biblia abierta. No hay ningún ángel. Un busto de María. Los dedos de las manos, apoyados sobre el corazón, están abiertos y extendidos como las páginas del profético libro. La profecía pasa por entre sus dedos.
Cuando llega el supervisor, se queda de pie con los brazos en jarras, más o menos detrás de mí, para anunciar: "Va a salir del museo escoltado. Ha insultado a uno de mis hombres, que estaba haciendo su trabajo, y ha gritado palabras obscenas en una institución pública. Ahora irá andando delante de nosotros hasta la salida más cercana. Doy por hecho que conoce el camino".
Me escoltan escaleras abajo hasta la plaza. Me dejan allí, y suben corriendo las escaleras con energía y con su misión cumplida.

Fernando Aramburu dixit

"Que hay formas de vida en otros puntos del Universo, además de en la Tierra, es cosa que no me cuesta admitir. Ahora bien, ¿también hay vino?"

Miranda July dixit

"La forma en que fui educada fue un poco como si uno fuese más interesante cuando estaba triste, cuando en realidad lo único que quería era un abrazo de verdad. En mi educación, la tristeza parecía una especie de riqueza, una peculiaridad de estar vivo. Y es cierto que la tristeza es profundamente humana. Y no es algo de que me ocurra todos los días, pero sí es una presencia que existe".

Standard Operating Procedure

Por desgracia para todos y para vergüenza del género humano, la vida real se ha encargado de volver ciertas las palabras del moribundo Kurtz ("El horror! El horror!") aparecidas en la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad...

Religulous

Dios existe, Dios no existe, Dios existe, Dios no existe... Y luego de dos mil años de historia y después de terminar este documental de Larry Charles sobre las dudas religiosas del comediante Bill Maher, todavía no sabemos la famosa respuesta.
Escrito lo anterior, leo la siguiente pregunta de Danilo Dolci: "Si Dios existe realmente, ¿por qué no me da un respiro y un trabajo?"

Sex drive

Nada se salva en esta película de Sean Anders sobre adolescentes, virginidades y carros: la estupidez puede llegar a ser tan contagiosa como una venérea.

Rachel getting married

Jonathan Demme entierra, de una vez por todas, al caníbal más famoso de todos los tiempos y opta por diseccionar la intimidad de una familia disfuncional, en esta ocasión con la excusa del matrimonio de Rachel, la hija mayor de una pareja de separados. La película ha debido llamarse "Kym regresa de terapia" pues es una estupenda Anne Hathaway la que lleva el tambaleante barco a puerto seguro. Rachel getting married trata de todo lo imaginable sin decirlo apenas: familia, hermandad, racismo, amor, odio, culpa, world music, tolerancia, cultura, sexo, guerra, dolor, expiación, etc. Con tanto por delante, uno entiende que Demme alargue lo que no ha debido haber alargado, pero, por lo mismo, le agradece que se haya tomado el tiempo para repetir que la ropa sucia se lava en todas partes y delante de todas las personas.

jueves, 9 de abril de 2009

Berlusconi les habla a las víctimas del terremoto

“Hay que tomárselo como un fin de semana de acampada. No les falta nada, tienen medicamentos, comida caliente y mantas para pasar la noche. Vayan a la costa, es la Pascua, pasen unos días que pagamos nosotros. Quédense tranquilos, nosotros hacemos el inventario de los daños de la casa y, mientras, ustedes descansan en la costa. Háganse servir y reverenciar. Chicos, díganle a la mamma que los lleve a la playa”.

martes, 7 de abril de 2009

Bob Dylan dixit

"Simplemente dibujo lo que me interesa, y luego lo pinto. Hileras de casas, acres de huertas, líneas de troncos de árboles... podría ser cualquier cosa. Puedo coger un frutero y convertirlo en un drama sobre la vida y la muerte".

domingo, 5 de abril de 2009

"...con tal de estar yo al lado del Presidente"

Texto del discurso de la líder indígena colombiana Ana Silvia Secué (foto):
"De verdad que hoy es un día más, donde Dios nos da la oportunidad, y nunca pensamos las mujeres indígenas, especialmente yo, que podía estar frente a nuestro Presidente.
Es un regalo muy hermoso. Me siento gozosa y alegre de tener frente aquella persona tan especial, que un día lo conocimos cuando fue elegido, y que en el segundo periodo en que está, para nosotros es una persona muy importante, porque es la persona que hoy el mundo, a pesar de que rechaza a Colombia, tenemos un gran hombre, como Simón Bolívar. El libertador de la Patria colombiana.
Represento a la Organización Pluricultural de Pueblos Indígenas de Colombia, Opic, que tiene unos diítas nomás de haber nacido, en un lugar tan especial, que es la capital del Cauca, el Coliseo La Estancia, aquí en Popayán.
Somos una comunidad de verdad, que nos ha tocado obligatoriamente ser disidentes de aquellos territorios indígenas, porque hoy no lo niego ni tampoco me da miedo. Antes si tenía miedo, pero ahora no.
No tengo miedo, porque soy mujer y soy madre, y porque nos duele a todas las madres de los territorios indígenas, ver cómo nuestros niños se destruyen por el narcotráfico, por la subversión, y ver la triste realidad que nuestros líderes indigenistas ni siquiera luchan por la convivencia pacífica de esas personas tan especiales que son los niños, que son los jóvenes, que son las señoritas.
Yo doy gracias a Dios, porque hoy tenemos un Gobierno de verdad, que muchos lo han criticado. ¿Pero saben por qué lo critican? Porque nosotros, que somos colombianos, que tenemos la oportunidad de cambiar el país, no lo hacemos y esperamos que lo haga el Presidente, cuando la ley dice que todo colombiano tiene el derecho y la obligación de mantener la paz dentro del territorio colombiano.
Yo felicito al Presidente, y quiero decirle una vez más que el pueblo indígena, con un pensamiento sano de convivencia, está con usted.
Las organizaciones indigenistas nos critican por Internet diciendo que somos uribistas. Yo no lo había dicho, ni lo pensaba, pero hoy declaro delante de la Nación y del mundo que somos uribistas, porque necesitamos presidentes que lideren la equidad, la justicia y la libertad, porque estamos es un país libre con derecho de expresión y de organización.
Nos hemos organizado porque queremos sacar adelante la educación, la vivienda.
Quiero pedirle solamente tres cositas: el reconocimiento de nuestra organización para el ejercicio sano y autónomo de nuestra organización. Queremos desarrollar progreso, porque en el campo hay hambre, señor Presidente; en el campo hay niños desnutridos, ya tenemos niños con tuberculosis en la escuela.
Queremos que usted nos permita que el Departamento no dilate más la aprobación del centro piloto a nivel del Cauca, dentro de los territorios.
Necesitamos urgentemente que el Gobernador del Cauca haga convenios con el Ministerio, para que se estudie muy pronto los estudios etnológicos.
Nosotros queremos vivir en paz, y disculpe que me alargue un poquito, pero a mí me parece tan hermoso yo dejar hoy mis clases de universidad, con tal de yo estar al lado del Presidente. Ese es un regalo de Dios, que nos da.
Gracias señor Presidente. El pueblo nasa, que tiene un pensamiento sano, y que quiere la paz, y que la paz empieza por nosotros mismos, estamos con usted y estamos con aquellos hombres que aman a Colombia y que la defienden.
Y felicito también a todo el Ejército Nacional, porque en los campos nos prohíben hablar del Ejército. ¿Por qué nos prohíben, si el campo antes era sano, por qué hoy tenemos prohibición? ¿Por qué nuestros líderes indigenistas nos dicen que debemos odiar a Colombia, cuando Colombia es la cuna de nuestra vida?"

"Entera, sana y salva..."

Lo primero que quiso hacer tras su liberación fue darse una ducha. Una ducha larga de agua caliente. Al salir, después de haber probado sobre su piel todos los jabones y todas las cremas que encontró, Clara Rojas advirtió que en aquel lujoso baño de aquel lujoso hotel de Caracas había un enorme espejo de pared:
- "Me aterraba verme de cuerpo entero, pero me armé de valor. Me planté delante y me miré. Hacía seis años que no me veía así, desnuda, delante de un espejo. Recorrí mi cuerpo con la mirada. Vi la cicatriz de la cesárea, mi rostro cansado y ya con algunas arrugas en la frente. Pero, además de las huellas de mis seis años de cautiverio en la selva, vi que estaba entera, sana y salva, y le di gracias a Dios."

Aurora Bernárdez y Julio Cortázar


Gene Simmons, filósofo

-Esta es su primera visita a Colombia, donde sus fanáticos los han esperado por 35 años, ¿cómo es llegar a un nuevo lugar y a un nuevo público?
-Muy excitante. El gobierno nos recibe muy bien y eso es bueno. No habíamos ido antes debido a 'los problemas'*, tú sabes cuáles son...
-La violencia...
-Bueno, comienza con las drogas, que conducen a la violencia, sí. Ahora el gobierno parece ser más responsable, así que vamos para allá y eso nos alegra mucho. Las mujeres colombianas son hermosas, 'guapas'*.
* en español.