9/1/48
Leer tan pronto como pueda la traducción de [Stephen] Spender de las Elegías de Duino [de Rilke]
Inmersa, de nuevo, en Gide: ¡qué claridad y precisión! Verdaderamente este es el Gide incomparable, aunque toda su ficción me parece insignificante, mientras La montaña mágica es un libro para toda la vida. ¡Yo lo sé bien! La montaña mágica es la mejor novela que he leído. La dulce y perdurable atracción con esta obra, el tranquilo y reflexivo placer que me ha producido sin paralelos. Aunque por lo directo de su impacto emocional, por el sentido de un placer físico y el sentimiento de jadeo corto, y lo corto de esas vidas echadas a perder –de prisa, de prisa– por el conocimiento de la vida –en realidad, el sentimiento de la levedad de la vida– elegiría [de Romain Rolland] Jean-Christophe. Pero solo debe ser leído una vez.
•
Cuando muera espero que se diga “Sus pecados fueron escarlatas, pero sus libros son legibles”. Hilaire Belloc
Inmersa en Gide toda la tarde y escuchando al director Fritz Busch (Glyndebourne festival) en su versión de Don Giovanni (de Mozart). Algunas arias (tan dulcemente sobrecogedoras) las pongo una y otra vez (“Mi tradi quell’ alma ingrata” and “Fuggi, crudele, fuggi”). ¡Si yo las pudiera escuchar para siempre, qué decidida y serena sería!
La tarde perdida con Nat [Nathan Sontag, el marido de su madre]. Me dio una lección de manejo y lo acompañé al cine, pretendiendo que yo disfrutara de una película de tiros.
Después de escribir esta oración, la leo y considero mejor borrarla. Pero mejor que quede como está. Es inútil recordar solo lo placentero –Hay tan poco de esto, de todos modos–. Permítaseme recordar toda la pérdida de tiempo de hoy, para que no sea fácil para mí y así evitar comprometerme mañana.
10/9/1948 (luego de leer el segundo volumen del diario de André Gide)
Lo terminé de leer a las 2.30 de la mañana del mismo día que lo compré. Lo debería haber leído mucho más despacio y lo voy a leer varias veces.
Gide y yo hemos logrado tan perfecta comunión intelectual que hasta sufro el esfuerzo que le debe haber dado sacar cada una de sus conclusiones. Así no pienso ¡qué maravilloso, qué lúcido es! sino ¡Detente. No puedes pensar tan rápido –o mejor– ¡No puedes crecer tan rápido!
Porque no estoy solo leyendo el libro, sino que estoy creando a la vez, y esta experiencia única y enorme ha purgado mi mente de mucho de la confusión y la esterilidad que me ha atormentado durante estos meses terribles.
3/8/1949
Anoche A abrió el Tin Angel y H me invitó a la reunión. Hasta que me emborraché, todo estuvo bastante aburrido –en cambio H estaba muy animada y se pasó toda la noche actuando histéricamente amistosa con todas las mujeres con las que se acostó durante este último año (y que ahora aborrece)–. Parecía que todas estaban allí. La antigua novia de Mary tenía un aspecto melancólico. B y A se emborracharon también, naturalmente, y rompieron una de las ventanas. Puedo imaginar lo que están diciendo esta mañana... Después de estar con un millón de personas, H me abrazó, y para ese entonces yo ya estaba, para decirlo suave, muy divertida... Y entonces apareció una chica rara (H había estado gritando por todos lados “ella tiene solo 16 años... ¿no es asombrosa? ¡Y yo soy su primera amante!”) con ganas de “rescatarme”. H me apretó fuerte “¡tenés que tener alguna experiencia heterosexual, Su!”. Antes me acuerdo que estuvimos bailando y abrazándonos.
1962
La sexualidad femenina: dos tipos. La que responde y la que inicia.
Todo sexo es tanto activo (teniendo el motor dentro de uno mismo) y pasivo (el entregarse).
El miedo de lo que la gente va a pensar –no el temperamento natural– hace que la mayoría de las mujeres dependan de ser deseadas antes de que puedan desear.
El amor como incorporación, ser incorporada. Tengo que resistir eso.
Debe sentirse la tensión en la palma de la mano, como dice el instructor de baile. No se recibe ningún mensaje si está floja.
Trate de pensar esta separación [de Irene] con esa tensión.
Así puedo dar y recibir mensajes... Para no tener que caer en alternativas como “la desesperación- fui rechazada” o “que se vaya a la mierda”.
En esta sociedad, uno debe elegir lo que a uno lo “nutre” [las palabras “caer en” deben estar tachadas], el cuerpo debe imponerse sobre la mente y viceversa. A menos que una tenga suerte o sea muy inteligente, para tratar con las dos cosas cosa que yo no era. ¿Dónde quiero dirigir mi vitalidad? ¿A los libros o el sexo, a la ambición o al amor, a la ansiedad o la sensualidad? No puedo tener ambas cosas. Ni siquiera pensar en la remota idea de tener la posibilidad de tenerlo todo al final.
Algo vulgar, feo, cobarde, contra la vida, snob en la sensibilidad de Henry James + Proust. Glamour de dinero, la suciedad del sexo.
Uno es o un escritor del exterior (Homero, Tolstoi) o del interior (Kafka). El mundo o la locura. Homero + Tolstoi- como la pintura figurativa, tratan de representar un mundo con fines de lucro sublimes, más allá de la sentencia. O-descorchar la propia locura. Los primeros son mucho más grandes escritores... Sólo voy a ser solamente el segundo tipo de escritor.
Leer tan pronto como pueda la traducción de [Stephen] Spender de las Elegías de Duino [de Rilke]
Inmersa, de nuevo, en Gide: ¡qué claridad y precisión! Verdaderamente este es el Gide incomparable, aunque toda su ficción me parece insignificante, mientras La montaña mágica es un libro para toda la vida. ¡Yo lo sé bien! La montaña mágica es la mejor novela que he leído. La dulce y perdurable atracción con esta obra, el tranquilo y reflexivo placer que me ha producido sin paralelos. Aunque por lo directo de su impacto emocional, por el sentido de un placer físico y el sentimiento de jadeo corto, y lo corto de esas vidas echadas a perder –de prisa, de prisa– por el conocimiento de la vida –en realidad, el sentimiento de la levedad de la vida– elegiría [de Romain Rolland] Jean-Christophe. Pero solo debe ser leído una vez.
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Cuando muera espero que se diga “Sus pecados fueron escarlatas, pero sus libros son legibles”. Hilaire Belloc
Inmersa en Gide toda la tarde y escuchando al director Fritz Busch (Glyndebourne festival) en su versión de Don Giovanni (de Mozart). Algunas arias (tan dulcemente sobrecogedoras) las pongo una y otra vez (“Mi tradi quell’ alma ingrata” and “Fuggi, crudele, fuggi”). ¡Si yo las pudiera escuchar para siempre, qué decidida y serena sería!
La tarde perdida con Nat [Nathan Sontag, el marido de su madre]. Me dio una lección de manejo y lo acompañé al cine, pretendiendo que yo disfrutara de una película de tiros.
Después de escribir esta oración, la leo y considero mejor borrarla. Pero mejor que quede como está. Es inútil recordar solo lo placentero –Hay tan poco de esto, de todos modos–. Permítaseme recordar toda la pérdida de tiempo de hoy, para que no sea fácil para mí y así evitar comprometerme mañana.
10/9/1948 (luego de leer el segundo volumen del diario de André Gide)
Lo terminé de leer a las 2.30 de la mañana del mismo día que lo compré. Lo debería haber leído mucho más despacio y lo voy a leer varias veces.
Gide y yo hemos logrado tan perfecta comunión intelectual que hasta sufro el esfuerzo que le debe haber dado sacar cada una de sus conclusiones. Así no pienso ¡qué maravilloso, qué lúcido es! sino ¡Detente. No puedes pensar tan rápido –o mejor– ¡No puedes crecer tan rápido!
Porque no estoy solo leyendo el libro, sino que estoy creando a la vez, y esta experiencia única y enorme ha purgado mi mente de mucho de la confusión y la esterilidad que me ha atormentado durante estos meses terribles.
3/8/1949
Anoche A abrió el Tin Angel y H me invitó a la reunión. Hasta que me emborraché, todo estuvo bastante aburrido –en cambio H estaba muy animada y se pasó toda la noche actuando histéricamente amistosa con todas las mujeres con las que se acostó durante este último año (y que ahora aborrece)–. Parecía que todas estaban allí. La antigua novia de Mary tenía un aspecto melancólico. B y A se emborracharon también, naturalmente, y rompieron una de las ventanas. Puedo imaginar lo que están diciendo esta mañana... Después de estar con un millón de personas, H me abrazó, y para ese entonces yo ya estaba, para decirlo suave, muy divertida... Y entonces apareció una chica rara (H había estado gritando por todos lados “ella tiene solo 16 años... ¿no es asombrosa? ¡Y yo soy su primera amante!”) con ganas de “rescatarme”. H me apretó fuerte “¡tenés que tener alguna experiencia heterosexual, Su!”. Antes me acuerdo que estuvimos bailando y abrazándonos.
1962
La sexualidad femenina: dos tipos. La que responde y la que inicia.
Todo sexo es tanto activo (teniendo el motor dentro de uno mismo) y pasivo (el entregarse).
El miedo de lo que la gente va a pensar –no el temperamento natural– hace que la mayoría de las mujeres dependan de ser deseadas antes de que puedan desear.
El amor como incorporación, ser incorporada. Tengo que resistir eso.
Debe sentirse la tensión en la palma de la mano, como dice el instructor de baile. No se recibe ningún mensaje si está floja.
Trate de pensar esta separación [de Irene] con esa tensión.
Así puedo dar y recibir mensajes... Para no tener que caer en alternativas como “la desesperación- fui rechazada” o “que se vaya a la mierda”.
En esta sociedad, uno debe elegir lo que a uno lo “nutre” [las palabras “caer en” deben estar tachadas], el cuerpo debe imponerse sobre la mente y viceversa. A menos que una tenga suerte o sea muy inteligente, para tratar con las dos cosas cosa que yo no era. ¿Dónde quiero dirigir mi vitalidad? ¿A los libros o el sexo, a la ambición o al amor, a la ansiedad o la sensualidad? No puedo tener ambas cosas. Ni siquiera pensar en la remota idea de tener la posibilidad de tenerlo todo al final.
Algo vulgar, feo, cobarde, contra la vida, snob en la sensibilidad de Henry James + Proust. Glamour de dinero, la suciedad del sexo.
Uno es o un escritor del exterior (Homero, Tolstoi) o del interior (Kafka). El mundo o la locura. Homero + Tolstoi- como la pintura figurativa, tratan de representar un mundo con fines de lucro sublimes, más allá de la sentencia. O-descorchar la propia locura. Los primeros son mucho más grandes escritores... Sólo voy a ser solamente el segundo tipo de escritor.