La persona que liderará desde la semana que viene a Islandia será una ex azafata de 66 años que ha ocupado durante ocho el Ministerio de Asuntos Sociales del país. Nada de esto sería novedoso si no fuese porque Johanna Sigurdardottir (foto), casada con otra mujer desde 2002, se convertirá en la primera jefa de Gobierno del mundo abiertamente homosexual. La ministra, que goza de un alto nivel de popularidad en su país, sustituirá en el cargo hasta las elecciones de mayo a Geir Haarde, quien dimitió el pasado 26 de enero tras las intensas protestas que sacudieron al país debido a la peor crisis económica que ha experimentado en las últimas décadas.
Numerosos medios que se han hecho eco de la noticia ya han clasificado a Sigurdardottir como la primera cabeza de Gobierno abiertamente gay de la historia. "Nuestra organización no monitoriza a todos los líderes gay, aunque personalmente no recuerdo a ningún Primer Ministro homosexual anterior a este caso" asegura Juris Lavrikovs, de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas en Europa. "Nosotros creemos que la sexualidad no es importante a la hora de elegir a una persona para un cargo, los méritos profesionales y la educación deberían primar sobre otras cuestiones" afirma Lavrikovs. "Ahora bien, tiene un alto valor simbólico que la sociedad islandesa haya superado prejuicios y haya podido nombrar a una Primera Ministra sin importar su orientación sexual, sino sus aptitudes".
Numerosos medios que se han hecho eco de la noticia ya han clasificado a Sigurdardottir como la primera cabeza de Gobierno abiertamente gay de la historia. "Nuestra organización no monitoriza a todos los líderes gay, aunque personalmente no recuerdo a ningún Primer Ministro homosexual anterior a este caso" asegura Juris Lavrikovs, de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas en Europa. "Nosotros creemos que la sexualidad no es importante a la hora de elegir a una persona para un cargo, los méritos profesionales y la educación deberían primar sobre otras cuestiones" afirma Lavrikovs. "Ahora bien, tiene un alto valor simbólico que la sociedad islandesa haya superado prejuicios y haya podido nombrar a una Primera Ministra sin importar su orientación sexual, sino sus aptitudes".