De tanto en tanto, aparecen un huérfano y una barriada pobre en la pantalla y un gran suspiro se escucha en todo el teatro. El cine, aun el del desigual Danny Boyle (2008), tiene la capacidad de hacernos soñar; el dinero también: de niños, Salim y Jamal Malik imaginaban ser dos mosqueteros; una niña, Latika, era la tercera. Ahora, a sus 18 años, Jamal, asistente de un call-center, vive en Bombay y está a punto de hacerse millonario en un famoso programa de televisión. La vida ha sido dura con él: es huérfano, pobre, se ha hundido en su propia mierda, su hermano se ha convertido en un matón, está enamorado de Latika y ella es la mujer de su más enconado enemigo. La ventaja de Jamal es que sabe todas las respuestas a las preguntas del concurso. ¿Conocimiento? ¿Suerte? ¿Trampa? ¿Realmente sabe todas las respuestas? Sabe la respuesta de oro: que el amor lo vence todo y que el dinero lo compra todo.
Esta película, en clave de cuento de hadas, se ha convertido en todo un fenómeno mundial: bastará decir que es excesiva y peligrosamente dulce. El beso final es de lo más aséptico que haya visto en mi vida. Si todo lo que sufrió Jamal para estar al lado de Latika fue recompensado de esa forma, más le hubiera valido no saber ninguna respuesta.
Esta película, en clave de cuento de hadas, se ha convertido en todo un fenómeno mundial: bastará decir que es excesiva y peligrosamente dulce. El beso final es de lo más aséptico que haya visto en mi vida. Si todo lo que sufrió Jamal para estar al lado de Latika fue recompensado de esa forma, más le hubiera valido no saber ninguna respuesta.