Un plano final absolutamente maravilloso: un marido deja hablando sola a su mujer con solo bajarle el volumen a su audífono. El asunto es que en “Revolutionary Road” del director Sam Mendes (2008), cualquier hubiera podido hacer eso con cualquiera: todos, hombres y mujeres, cuerdos y locos, esposas y amantes, vecinos y amigos, jefes y empleados, adultos y niños, sobrios y borrachos, triunfadores y perdedores, hablan demasiado. La película está basada en la novela homónima de Richard Yates, quien ha sido comparado con Salinger, Updike y Cheever. El mundo de “Revolutionary Road” es el de la frustración de hombres y mujeres ante ese ideal imposible estadounidense, el gran sueño americano. Kate Winslet, esposa de Mendes, sobre quien recae el peso de la película, luce espléndida en su papel de flor en proceso de marchitarse. Otro rostro sobre el que ya habrá tiempo de volver es el de Michael Shannon, el matemático al que se le secan las matemáticas de la testa. “Revolutionary…” no será “American Beauty” pero aguanta hasta el mismísimo plano final.