La Policía ha comenzado a divulgar detalles sobre lo que es ya el segundo tiroteo más sangriento en toda la historia del estado norteamericano de Nebraska, ocurrido la noche de ayer en el centro comercial Westroads, donde el joven de 19 años Robert A. Hawkins, armado con un rifle de repetición, comenzó a abrir fuego indiscriminadamente, acabando con la vida de ocho personas -cinco mujeres y tres hombres- y dejando cinco heridos graves antes de suicidarse.
Si bien Hawkins había tenido problemas con la ley, jamás había sido acusado de actos violentos, lo que ha confundido a las autoridades, ya que las primeras investigaciones apuntan a que el asaltante quería hacer todo el daño posible para ver satisfecho su deseo de "ser famoso" y "abandonar el mundo con estilo", según confesó en su nota de suicidio. Al conocer el incidente, la propietaria del piso donde vivía Hawkins se puso en contacto con la Policía, a la que puso al tanto de las intenciones del joven. El asaltante habló con ella la noche anterior, cuando Hawkins le comentó que "tenía que pedir perdón por todo, que no quería ser una carga, que era un pedazo de mierda toda su vida y que ahora sería famoso". Según Maruca-Kovac, Hawkins era amigo de sus hijos y la recordaba a "un cachorro al que nadie quería".
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