"¿Quién iba a pensar que el hijo del maestro Botero, que vivía en un apartamento lleno de lujo y de comodidades, que no tenía nada que pedirle a la vida, el nieto de Germán Zea, quién iba a pensar en ese momento de la campaña que esa persona hubiera podido desarrollar una actividad criminal como la que desarrolló por simple ambición personal?".
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