F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway fueron amigos y luego enemigos. Lo mismo se puede decir de Herman Melville y Nathaniel Hawthorne; amor, odio. Hay trío: Tolstoy, Dostoevsky y Turgenev. En 1861, Dostoevsky retó a un duelo a Turgenev. Arthur Rimbaud y Paul Verlaine fueron amantes y terminaron detestándose, disparo incluído. Hay más: Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Y así llegamos, finalmente, a la cocina criolla: Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, golpe incluído. Desde hace 30 años no se hablan. Vano intento por cantar en español el mejor verso de Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”), periodismo de escritorio, caspa narrativa, literatura para leer en los paraderos, radio pirata & portátil, discos rayados, consejos para llegar a La Nada, comentarios varios, digresiones en orden alfabético, abrazos, besos; el último que salga, que cierre la puerta y apague la luz.
lunes, 27 de julio de 2009
Hasta que la vida nos separe
F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway fueron amigos y luego enemigos. Lo mismo se puede decir de Herman Melville y Nathaniel Hawthorne; amor, odio. Hay trío: Tolstoy, Dostoevsky y Turgenev. En 1861, Dostoevsky retó a un duelo a Turgenev. Arthur Rimbaud y Paul Verlaine fueron amantes y terminaron detestándose, disparo incluído. Hay más: Jack Kerouac y Allen Ginsberg. Y así llegamos, finalmente, a la cocina criolla: Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, golpe incluído. Desde hace 30 años no se hablan.