Ni siquiera los 117 minutos de duración pueden resolver la cantidad de hilos que se enredan y desenredan en esta película de Eytan Fox. Y es que no es fácil hablar -al mismo tiempo- de la amistad, el amor, el sexo, la salida del closet, las madres compasivas, los padres censores, Israel, Palestina, los territorios ocupados, el servicio militar, las requisas en los puestos de control, los mártires suicidas, Hamas, la guerra, la paz, la noche, el éxtasis, el sexo anal, las tiendas de jabones, los reportajes televisivos sobre las costumbres del otro lado, los matrimonios arreglados, Bent, Tim Buckley, las fiestas a favor de la distensión, los parques donde niños judíos y palestinos juegan en armonía, etc. La película es políticamente correcta, nadie lo duda, pero a ratos se extravía en callejones que recuerdan a Friends en Tel Aviv. Es allí cuando esta cinta, divertida y valiente, termina pareciéndose "a una telenovela jordana". Vano intento por cantar en español el mejor verso de Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”), periodismo de escritorio, caspa narrativa, literatura para leer en los paraderos, radio pirata & portátil, discos rayados, consejos para llegar a La Nada, comentarios varios, digresiones en orden alfabético, abrazos, besos; el último que salga, que cierre la puerta y apague la luz.
sábado, 25 de julio de 2009
The Bubble
Ni siquiera los 117 minutos de duración pueden resolver la cantidad de hilos que se enredan y desenredan en esta película de Eytan Fox. Y es que no es fácil hablar -al mismo tiempo- de la amistad, el amor, el sexo, la salida del closet, las madres compasivas, los padres censores, Israel, Palestina, los territorios ocupados, el servicio militar, las requisas en los puestos de control, los mártires suicidas, Hamas, la guerra, la paz, la noche, el éxtasis, el sexo anal, las tiendas de jabones, los reportajes televisivos sobre las costumbres del otro lado, los matrimonios arreglados, Bent, Tim Buckley, las fiestas a favor de la distensión, los parques donde niños judíos y palestinos juegan en armonía, etc. La película es políticamente correcta, nadie lo duda, pero a ratos se extravía en callejones que recuerdan a Friends en Tel Aviv. Es allí cuando esta cinta, divertida y valiente, termina pareciéndose "a una telenovela jordana".