lunes, 20 de julio de 2009

Breve historia de las llegadas de un hombre a la Luna Por Rodrigo Fresán

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No lo recuerdo pero es como si lo viera: yo, en brazos de alguien, señalando a esa Luna a la que el hombre todavía no ha llegado pero ya va a llegar. Es el año 1963 y, sí, yo ya llegué.

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Primera percepción lunar en los libros de cine de la biblioteca de mi casa. La Luna con un cohete clavado en el ojo cortesía de George Méliès. The Smashing Pumpkins revisitan su estética para su mejor video de su mejor y más emocionante canción: “Tonight, Tonight”.

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¡Ya sé leer! El gran cañón de Jules Verne, la misteriosa cavorita de H. G. Wells y el cohete más lindo de toda la historia dibujado por Hergé con estampado de mantel de picnic cósmico para Objetivo: La Luna y Aterrizaje en la Luna (¿No debería ser Alunizaje en la Luna?, me pregunto por entonces y sigo preguntándomelo.)

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La Luna como el combustible que pone en funcionamiento al Hombre Lobo. Lon Chaney, Jr. es, sin duda, el hombre más triste que jamás he conocido: un melancólico lunar. La Luna, también, como imán de lunáticos: Cyrano de Bergerac y el Barón Münchhausen y ese tipo que la registró a su nombre y vende terrenos y cráteres y mares sin olas ahí arriba.

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El monolito en la Luna. Un grupo de científicos posan junto a él. Entonces, el monolito se despierta, y suena. Y yo –evolucionado, diferente– salgo de ver 2001: Odisea del espacio contando con los dedos cuántos años faltan para ese año. Faltan muchos. Mientras tanto, leo novelas de ciencia-ficción donde la Luna es poco importante. La Luna es como una especie de anexo de la casa, un trampolín hacia sitios más lejanos. La Luna queda demasiado cerca y se la ve desde todas partes. La Luna es, apenas, una colonia penitenciaria en La Luna es una cruel amante de Robert Heinlein. Y qué horrible que es la última adaptación cinematográfica de La máquina del tiempo. Pero esa parte en que la Luna se hace pedazos y cae sobre la Tierra no está nada mal.

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Nos bajan en manada al comedor del colegio para que veamos –no me acuerdo muy bien– la llegada o la salida del hombre a la Luna. Somos varios cientos de delantales color blanco astronauta. Y en un extremo del inmenso galpón donde nos sirven el almuerzo han puesto un pequeño televisor en blanco y negro. Imposible ver algo. Un pequeño televisor para este alumno, un gran paso para la humanidad. Después, volvemos a nuestras aulas y pupitres para –como desde hace años– seguir “en la Luna”. Y –misterio o no tanto– el hombre llega a la Luna y pierde impulso. Poco interés por ir más allá porque, parece, más allá no hay nada, nadie.

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Primeros rumores de que fue todo mentira, que nadie llegó a ningún lado, que la Luna no está hecha de queso verde y ni siquiera existe y que la culpa de todo la tuvo Stanley Kubrick por encargo de la NASA para desmoralizar a los rusos que ven la misma Luna pero como si fuera de ellos (imposible: Stanley Kubrick habría demorado años en quedar conforme y hubiera necesitado miles y miles de tomas de esa huella sobre el polvo lunar y el hombre no habría llegado a la Luna hasta el año... 2001). Así, la idea de que la nacionalidad de la Luna es, refleja y automáticamente, la del lugar desde donde se la mira. La lunita tucumana de Yupanqui es –y no es– la Cherry Moon de Prince.

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Las fotos de la Tierra desde la Luna. Se descubre y se confirma que hay vida en nuestro planeta. En algún momento, veo mi primer eclipse.

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“I’ll see you on the dark side of the moon” y otras músicas lunares: “Claro de luna” de Beethoven, “Moonshadow” de Cat Stevens, “Moon River” de Manzini & Mercer (pero en realidad de Audrey Hepburn), “Pink Moon” de Nick Drake, “Moondance” de Van Morrison, “Blue Moon” de Rodgers & Hart (en las versiones de Bob Dylan y Cowboy Junkies), “Walking on the Moon” de The Police, “Moonlight Shadow” de Mike Olfield, “Song about the Moon” de Paul Simon, “Man on the Moon” de REM, “Shy of the Moon” de The Wallflowers... y Elvis vive en la Luna o algo así.

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George Bailey –en Qué bello es vivir– diciéndole a su chica que va a enlazar la Luna y la va a bajar para entregársela. Las mareas, las menstruaciones, los cambios de humor and... dance by the light of the moon...

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Yo sosteniendo a alguien en mis brazos y ese alguien señala al cielo de la noche y dice “Luna”.