viernes, 20 de febrero de 2009

Lo que una persona no está en condiciones de llevarse para otros lados

Se ciernen espíritus (a modo de viñetas) tras mi hombro derecho. Fresco en ese hombro. A este propósito: “Tengo el sentimiento de que en la habitación, además de mí, hay otros cuatro”. (Evitar la necesidad de contarse entre ellos).
W. B., Rasgos capitales de la primera impresión de haschisch

Una mañana de jueves, habría transcurrido un mes de la muerte de Camilo, decidí entrar en su habitación -que había permanecido rigurosamente cerrada- con el fin de encontrar alguna razón que pudiera explicar su suicidio. Toda muerte nos deja frecuentemente sin palabras, ésta en particular –Camilo era mi hermano mayor- había sumido a mi familia en un silencio donde no cabían preguntas ni respuestas.
Un lector ideal, joyceano o proletario, no deja de sorprenderse cuando enfrenta decenas de papeles de una historia ejemplar como los que hallé diseminados a lo largo y ancho de su cuarto (revisé con cuidado la cama doble, el colchón, la cortina, la ventana, la biblioteca –libro por libro, página por página-, las fotografías y reproducciones, los discos, las cartas numeradas, los recortes de periódicos y revistas, la ropa, los zapatos, los artículos de aseo personal). Lo que aquí sigue es un cuadro de revelaciones que aflora apenas recubierto por una delgada capa de pintura. Creí por entonces –hablo de 1966 y todavía lo creo- que la llamada narrativa de índole testimonial debía procurar ser lo más fiel posible a la realidad a la que pertenece: Camilo es el símbolo colombiano de aquellos años y aquí están sus aciertos y errores en su propia voz y en las voces de quienes lo amaron y combatieron para que cada cual concluya lo suyo. No busquen, sin embargo, la gratuita correspondencia en cada nombre, situación u objeto. He ahorrado poco, debí cambiar esto por lo otro. Quizás algún sobreviviente me acuse de traidor: no lo soy, no lo he sido, no lo seré. Debo decir que, con todo, uno que otro apodo de guerra, alguna infidencia familiar, un extraño color en el cielo bogotano han quedado a salvo, al menos por ahora, de la exhibición pública...

Julio César Cortés, amigo de Camilo:
-¿Militante o simpatizante?
El hombre de la puerta que nos recibió a Galo y a mí alcanzó a mostrarme el camino hacia la habitación que congregaría a siete simpatizantes deseosos de adentrarse en arduas reflexiones en torno al devenir de la historia, las sociedades y sus instituciones. Galo era, a la fecha, presidente de la Federación Universitaria Nacional. Yo era su secretario y viejo amigo de Camilo. Desde que él hizo público su deseo de irse para Lovaina, la FUN le organizó una gran despedida.

Marcela Lara, madre de Carlos Villarreal:
¿Puede uno confiar en un grupo armado que se presenta de la siguiente forma: “¡Viva la unidad de los campesinos, obreros, estudiantes, profesionales y gentes honradas, que desean hacer de Colombia una patria digna para los colombianos honestos!?” Demasiados adjetivos calificativos en una sola frase, me parece. Así se lo hice saber a mi hijo[1].

Camilo, carta a nuestra madre:
Darling: por algunos informes de última hora decidí ocultarme durante algún tiempo mientras la situación se clarifica, de acuerdo a lo que hemos hablado. Creo que así estarás más tranquila y yo lo estaré también. Tu situación económica está asegurada para este tiempo y para cualquier imprevisto. Estoy en lugar y compañía seguros. Apenas pueda te escribo. Cuídate mucho, acuérdate que tu valor siempre me ha alentado y que si hago algo por Colombia es, en gran parte, debido a ti. Tienes que estar a la altura de las circunstancias. Te dejo la bendición y mándame la tuya. Te adora, Camilo.

Gladis, hermana de Camilo:
Nuestra familia es así. Por ejemplo, Joaquín, el tatarabuelo, murió fusilado por haberse convertido en cabecilla del gobierno local en 1816. Fue uno de los fundadores de la Patria Boba.

Georges Minois, autor de Breve historia del diablo:
¿Qué es exactamente el diablo? ¿Cuál es su sustancia? ¿Tiene un cuerpo? ¿Cómo actúa? ¿Cómo se desplaza? ¿Cuál es su aspecto? ¿Por qué desobedeció?

Miguel, hermano de Camilo:
Camino con Martha, la secretaria de mi padre. A las afueras de la Universidad, un par de obreros desconocidos nos entrega una pala y una escoba para que las devolvamos al Country Club. Martha me acaricia muy suavemente. Primero en la espalda, luego entre las piernas. Le pregunto porqué lo hace. Le muestro cómo me ha dejado. Ella, que nunca me ha dicho nada, me habla de ampliar los horizontes del placer. Profesoras del Liceo Cervantes entran con nosotros al edificio principal del Club pues ahí funciona un servicio psicológico. Pienso en lo que Martha me dirá ahora cuando ganemos la calle. Día y hora precisos se van acomodando en nuestras cabezas. Descendemos por una calle cercana a un puente. A pesar de los vidrios oscuros, vemos a varias personas acostadas en el suelo de un banco. Asalto guerrillero, le digo a Martha. En vez de regresar por donde veníamos y avisar a las autoridades, cruzo la calle. Un policía se da cuenta y me dispara. Logro protegerme. Por segundos: una bala entra en mi brazo izquierdo. Cierro los ojos, escucho cómo el policía se acerca a rematarme. ¿Me habrá tomado por uno de los asaltantes o es mi padre que censura la relación prometida con su secretaria?

Richard Noll citando a Goethe, a propósito de Jung (en lo que a mí me parece que es una referencia a mi hermano):
Con el afán misionero de salvar las almas de sus compañeros humanos destruidos, el caballero se pregunta qué hacer con su idealismo despilfarrado. Al fin comprende que afortunado él, si todavía puede encontrar una mujer o un amigo en quien depositar individualmente lo que estaba destinado a toda la humanidad.

Walter J. Broderick, biógrafo de Camilo:
Así, efectivamente, los hechos lo han demostrado. Ocho años más tarde, cuando ya no figuraban en política la mayoría de aquellos que alguna vez habían sido camilistas, Fabio Vásquez y los hombres del ELN seguían librando la guerra de liberación. Muchos habían caído en el campo de batalla; varios habían desertado, algunos inclusive se habían pasado al enemigo; y las filas guerrilleras fueron diezmadas una y otra vez por las embestidas del ejército. Pero sobrevivían. Más aún, aumentaban.

Saúl Yurkievich, autor de Julio Cortázar: mundos y modos:
La revolución será también erótica, una superación de los dualismos y antagonismos sexuales, una reconquista de la libertad amorosa, una reunificación andrógina de los cuerpos con el universo.

Una fotografía de Camilo en el monte:
Fabio Vásquez Castaño, Víctor Medina y Camilo; enero de 1966. ¡La revolución colombiana es asunto de varones, sí señor!

Luis Sepúlveda Lizarazo, autor del musical Padre Camilo Superstar:
Camilo (fingiendo enojo): ¡Pero si tú eres un bandolero analfabeto, según El Tiempo, El Espectador y CNN!
Fabio (sonriente): Sí, “un sangriento antisocial que quiere vengar la muerte de su padre...”
Ambos (a carcajadas mientras limpian sus armas de dotación): ¡Cuánto pesa la muerte de un padre en Colombia!

Marcel Proust, autor de En busca del tiempo perdido:
Si me diese siquiera el tiempo suficiente para realizar mi obra, lo primero que haría sería describir en ella a los hombres ocupando un lugar sumamente grande (aunque para ello hubieran de parecer seres monstruosos), comparado con el muy restringido que se les asigna en el espacio, un lugar, por el contrario, prolongado sin limite en el Tiempo, puesto que, como gigantes sumergidos en los años, lindan simultáneamente con épocas tan distantes, entre las cuales vinieron a situarse tantos días.

Pregunta X: ¿Y qué fue de la vida de Peter y Paul, los revolucionarios que estudiaron con vos?
Responde W: Regentan un bar de boleros en Cali coronado por los retratos de Celia Cruz y Olga Guillot. El hijo de Peter vende drogas. La hija de Paul es diseñadora de modas.
En el momento de iniciar esta narración la desgracia de las malas noticias no acababa de salir de casa. Camilo y yo compartimos la habitación por algún tiempo. Hace años. Madre envejeció sin él, todos los hicimos. Todavía lo escucho: es evidente, tú no lo comprendes, no lo comprendes en lo más mínimo. Su voz era única, en el púlpito encantaba. ¿Qué habrá pensado cuando se iniciaron los combates y su columna lo abandonó? Calzaba 39. El amor de Dios es el más tramposo que existe, repetía. Era extraño oír a un cura hablar así. Cantaba, le gustaba cantar. Sólo una parte de él murió con él. Habladurías. Fabio huyó hacia una isla con el dinero de la organización. A Manuel, su hermano, quizás el compañero del ELN con mayor formación política, lo mataron. A Olaya Herrera lo mataron. A Uribe Uribe. A Gaitán lo mataron. A su eminencia Luis Concha Córdoba lo mataron. ¡Larga vida a las FARC-EP! Al dictador Laureano Gómez lo mataron. Al general Álvaro Valencia Tovar lo mataron. A Jaime Arenas lo mataron. A Pardo Leal. A Pardo Buelvas. A Edgar Mejía Vargas. A Luis Carlos Galán. A Antonio Escobar Bravo. A Pablo Escobar Gaviria. A José Mejía Toro. A Carlos, Hernandito y Eduardo Pizarro Leongómez. A Juan David, Jorge Luis y Fabio Ochoa Vásquez los mataron. A Adelaida, Edgardo y Héctor Fabio Abadía Rey. En este país todo queda en familia. Pekín informa, Radio Moscú, Radio Praga Internacional, Radio Venceremos, Radio Habana Cuba, China reconstruye. A la bióloga Nelly Vivas. A Tirofijo lo mataron siete veces. A Jacobo Arenas, seis. A Bateman. A Navarro. A Fayad. A Carlos Lleras Restrepo. ¡El voto es miseria y opresión! ¡El Pueblo en el Frente Patriótico de Liberación con el Partido y el Fusil hace la Revolución! ¡Viva el PCC (M-L), FPL, EPL! A Boris. A la Chiqui. A Toledo Plata. Al dictador y general Gustavo Rojas Pinilla, y a su bufón favorito, Lucio Pabón Núñez, los mataron. A José Fedor Rey o Javier Delgado o El Monstruo de Tacueyó; la misma mierda da. Al padre Manuel Pérez. Al magistrado Alfonso Reyes Echandía. A Efraín González Téllez, el bandido que hizo célebre aquello de “aquí libraron su lucha dos valientes batallones contra un cobarde que se defendió con una escopeta”. A Trotsky: el 24 de mayo de 1940, el pintor David Alfaro Siqueiros y sus cuñados asaltaron la casa de este viejo dirigente bolchevique en México y secuestraron y mataron a su secretario; el 21 de agosto de ese mismo año, Ramón Mercader terminó la faena y le clavó el acero toledano hasta la empuñadura; dos orejas y rabo; el torero salió por la puerta grande de la Plaza de Sangre de Moscú. Al Ché Guevara le cortaron los pies. A Víctor Jara le cortaron las manos. Erich Honecker, líder de la República Democrática Alemana, sí murió de viejo en Santiago de Chile en 1994.
Camilo adoraba escuchar a Billie Holiday. ¿Sabes que era lo que más le gustaba a Camilo de Lovaina? Caminar por las orillas del Dyle. Gerardo Bermúdez Sánchez dudó entre meterse una línea de cocaína o desflorar a un muchacho campesino antes de ser abatido en el barrio de Los Acostados, estratos uno y dos. Pedro León Arboleda se tragó las obras completas de Enver Hoxha y Kim Il Sung antes de caer muerto en el barrio Vipasa, estratos tres y cuatro. Iván Marino Ospina se orinó y cagó en los pantalones antes de que un militar le destrozara la testa en el barrio Los Cristales, estratos cinco y seis. ¡El M19 no se rinde! Los hermanos Calvo. Los hermanos Martínez. Vera Grabe. Los hermanos Vásquez Castaño. Los hermanos Castaño Gil. Gloria Lara. Las hermanitas Calle. Los hermanos Rodríguez Orejuela. Ingrid Betancur. Habladurías. Mi hermano se pegó un tiro al verse rodeado. Un hombre que ha abrazado la causa del amor y la justicia es incapaz de matar aunque empuñe un fusil, el único acto de violencia del que es capaz es hacerse daño a sí mismo. ¡Santo milagro! ¡Redención para el redentor! El guerrillero se desplomó frente a un batallón de valientes soldados colombianos que luego acomodaron el cadáver para que pareciera dado de baja, muerto en combate, caído en la lucha por la liberación nacional. Ejército nacional: modelo de virtudes (que lo diga Claudia Schiffer que posó, muy firme y muy maja, junto a seis hijos de la patria). Moscas.

Novena fotografía del cadáver de Camilo:
Con los brazos en cruz y el rostro caído sobre el pecho.

Otras eminencias, los hermanos Gómez Hurtado, hablaron por la radio local, regional, nacional e internacional:
Es de pensar que, por las muchas dificultades que tuvo en la vida de hogar y en su vida social, Camilo P. haya llegado a experimentar un desequilibrio mental que lo condujo al fracaso, pero esperamos que Nuestro Señor, en su infinita bondad, le haya perdonado sus errores y por su misericordia salve su alma...

Un perro, en una casa vecina, ladró cerca de diez minutos. Después calló. Apagué un cigarrillo. Había estrellas en la recién parida noche bogotana. Tomé agua. Salí a la calle. Caminé. Delante de mí se extendía una ciudad en verano. A lo lejos, podía escuchar los cuarteles y clubes sociales que bullían de emoción. Por encima de los bosques de los cerros navegaban tranquilas nubes.

Y los muertos, los muertos, los muertos.

[1] N. de T.: La proclama en cuestión es el Manifiesto de Simacota y con él se dio a conocer públicamente en el país, el Ejército de Liberación Nacional, ELN. Carlos Villareal y Andrés Sierra eran los seudónimos de Fabio Vásquez Castaño y Víctor Medina.