-Borges dice que una de las virtudes del Corán es que uno nunca ve los camellos. Sus textos parecen utilizar una técnica similar. Los lectores nunca sabemos del todo qué está ocurriendo. Estamos siempre en el borde, en el límite de algo latente, presente, pero que en última instancia no podemos ver. ¿Es esa realmente su intención?
-No estoy seguro de que sea una descripción justa. En mi ficción trato de alcanzar la verdad inconsciente que yace bajo la superficie de la mente despierta. Nuestra visión del mundo es una ilusión creada por nuestros cerebros, que ha permitido a nuestros ancestros sobrevivir día a día. Nuestro sentido del tiempo, nuestra idea de quiénes somos, hasta la inconciencia misma, es todo una ilusión. Pero ¿es incluso nuestra la idea de la verdad una ilusión? La poesía, la ficción imaginativa, el surrealismo nos da una luz más certera de lo que puede ser un mundo más real.