"La forma en que fui educada fue un poco como si uno fuese más interesante cuando estaba triste, cuando en realidad lo único que quería era un abrazo de verdad. En mi educación, la tristeza parecía una especie de riqueza, una peculiaridad de estar vivo. Y es cierto que la tristeza es profundamente humana. Y no es algo de que me ocurra todos los días, pero sí es una presencia que existe".