"Lina, habla con ese hombre que un día te enamoró y trata de convencerlo para que deje el poder y sus ambiciones políticas; demuéstrale que la vida se encuentra también en otra parte, allende, en la otra orilla, y -como seguramente está algo intoxicado por la política patriarcal- explícale que hay maneras distintas de hacer política.
Muéstrale cómo los dos están envejeciendo -lo conoces y seguro que sabrás encontrar las palabras- y que, antes de que sea tarde, merecen reencontrar espacios para la vida, simplemente la vida. Dile que estás cansada de los guardaespaldas, de los protocolos y de los himnos; de las charlas insulsas de las esposas de embajadores, ministros y generales; dile que quieres volver a cultivar los rosales de tu casa de Rionegro mientras él lee las novelas históricas que lo apasionan. Dile que añoras ir a cine, como hace mucho, muchísimo tiempo, con él y con tus hijos, sin que nadie los vigile. Dile que no es tarde para volver a hacer el amor lentamente en las calurosas tardes de Córdoba".