La leyenda de la música colombiana murió el pasado sábado 6 de septiembre por la noche. "Venía muy enferma -recuerda su amigo de toda la vida, el maestro Jaime Llano González-. Tenía 90 años. Sí, 90, porque se los celebramos el año pasado", enfatiza. Llano conoció a Chávez en sus épocas de esplendor, cuando ella era solicitada, grababa discos con su "voz preciosa" y la llamaban de todas partes. "La conocí hace 55 años -recuerda el organista-. Ella me llevó a la Emisora Nueva Granada, me presentó al maestro Oriol Rangel, que siendo el papá de la música colombiana, me enseñó lo poquito que sé". Berenice fue de las primeras cantantes colombianas en aparecer en el cine nacional, en 1937 y junto con su hermana apareció en la cinta Antonia Suárez (1944) cantando la canción No hay como mi morena. Su voz la llevó a alternar con cantantes extranjeros, durante sus visitas a Colombia, como Agustín Lara, que la llamaba "señora bonita", y Olga Guillot. Al oírla, Pedro Vargas le pidió que lo acompañara en toda una gira. Y se consagró en grabaciones inolvidables de canciones como Los arrayanes y Tiplecito de mi vida. "El bambuco es mi idioma", solía decir, y por ese amor hacia la música colombiana andina acompañó a varios duetos. Su hermana Cecilia dejó de cantar desde el día en que enviudó, tras 25 años de matrimonio. Berenice, en cambio, siguió cantando hasta que se lo permitieron las fuerzas. Intentó hacerlo en el 2006, cuando recibió el Premio Aplauso a las Bellas Artes, pero la emoción la traicionó. "Estaba tan enferma y emocionada que no pudo", recuerda Llano. "La última vez que la oí cantar fue hace un año largo -agrega-, cuando murió Cecilia. En la funeraria le cantó un pasillo a su hermana, acompañada por uno de los Hermanos Echeverri, el dueto. No se me olvidará la tristeza que tenía cuando lo cantó".