Íngrid Betancourt le narró a Benedicto XVI durante casi media hora sus "experiencias espirituales" vividas en el cautiverio en un encuentro en la residencia papal de Castelgandolfo. Íngrid relató que "después de una larga jornada caminando por la selva", encendió el radio y escuchó la voz de Benedicto XVI diciendo mi nombre. "Tuvo un enorme efecto psicológico", contó. Por ello, cuando llegó la ansiada liberación, Betancourt estaba deseando "ver y abrazar al Pontífice". Esta emoción provocó que durante el encuentro de ayer se saltara el protocolo vaticano y se echara a los brazos del Papa. Vano intento por cantar en español el mejor verso de Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”), periodismo de escritorio, caspa narrativa, literatura para leer en los paraderos, radio pirata & portátil, discos rayados, consejos para llegar a La Nada, comentarios varios, digresiones en orden alfabético, abrazos, besos; el último que salga, que cierre la puerta y apague la luz.
martes, 2 de septiembre de 2008
Cuando el representante de Dios pronuncia el nombre de uno
Íngrid Betancourt le narró a Benedicto XVI durante casi media hora sus "experiencias espirituales" vividas en el cautiverio en un encuentro en la residencia papal de Castelgandolfo. Íngrid relató que "después de una larga jornada caminando por la selva", encendió el radio y escuchó la voz de Benedicto XVI diciendo mi nombre. "Tuvo un enorme efecto psicológico", contó. Por ello, cuando llegó la ansiada liberación, Betancourt estaba deseando "ver y abrazar al Pontífice". Esta emoción provocó que durante el encuentro de ayer se saltara el protocolo vaticano y se echara a los brazos del Papa.