miércoles, 20 de mayo de 2009

Rodrigo Fresán habla de Antonio Vega

"La otra noticia de la semana pasada fue la muerte –a los 51 años– de Antonio Vega (foto). No sorprendió a nadie y dolió a todos. Y es que 30 años de adicciones dan para muchos malos presagios y, desde hacía tiempo, Vega era para muchos un fósil en vida, una necrológica en compás de espera. Un tipo melancólico al que le dolía que las canciones ya no le salieran, pero que se conformaba reinventando las de otros (estremecerse con lo que le hizo y deshizo al “Romance de Curro el Palmo” en aquel disco de homenaje a Serrat) y revisitando las propias. Antes, Vega –quien para sus colegas estaba a la altura del autor de “Penélope” y “Mediterráneo” como letrista– había descollado en tiempos de la Movida con su banda Nacha Pop. Y escrito la que, para mí, es una de las dos canciones (la otra es “Cuatro Rosas”, de Gabinete Caligari) más emocionantes y perfectas del rock español: “Chica de ayer”. “Chica de ayer” –como “Cuatro Rosas”– es una de esas enormes canciones de Amor con mayúsculas que se ocupa de la descripción de un momento íntimo, intransferible pero súbitamente universal, con la música y versos justos. Tal vez la escucharon (hace un tiempo Enrique Iglesias la destrozó; los royalties no le habrán venido nada mal a Vega) y, si no, escúchenla. O, mejor, escúchenla y véanla –seguro que está en YouTube– despojada de todo prolijo resplandor pop de finales de los ‘70, en la versión en vivo del 2001 que figura en el imprescindible cd/dvd Básico (2002). Allí, Vega parece tambalearse por el peso de esa letra y melodía legendarias y, también, ser alzado y sostenido por el amor agradecido de su público que lo alentó hasta el último concierto, apenas unos días antes de morir en un hospital. “Chica de ayer” no sólo es uno de esos grandes títulos que, enseguida, crecen a lugares comunes que todos frecuentamos sino que, además, es un pequeño y perfecto ensayo sobre el pasado inmediato al que se querría olvidar pero, claro, no se puede, no se deja. Insisto: escuchar y ver lo que hace Vega allí arriba, en el escenario de su tristeza, cuando canta aquello de “Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer / Demasiado tarde para comprender / Mi cabeza da vueltas persiguiéndote / Mi cabeza da vueltas...”. Y la canción que no para de girar y girar y que –inolvidable– seguirá dando vueltas, siempre.
La chica de ayer es, también, el título de la serie de TV recién estrenada –versión española de la británica Life On Mars– donde la canción de Vega suplanta a la canción de Bowie como leit-motiv sónico-temporal y mantra que te devuelve al pasado, que te obliga a hacer memoria y, sí, a comprarte el casi instantáneo grandes éxitos que salió a la venta apenas cuatro días después de un fin que no es final."