"Hay una imagen que no puedo quitarme de la cabeza: la de la esposa de W.G. Sebald (foto)bailando con un obrero. Se conocieron hace nueve años, en una fiesta, después de la cena. El matrimonio, compuesto por "Max" y Ute, observaba el baile desde su mesa cuando aquel desconocido se acercó y, siempre con el mayor de los respetos, preguntó a la mujer si quería acompañarlo a la pista. Ella aceptó y su esposo los observó durante el resto de la velada. Al cabo de un año, el obrero (Zeph) telefoneó a Ute y, tras explicarle que había perdido a su pareja de baile, le preguntó si querría tomar dicho puesto. De nuevo, ella aceptó. Desde entonces, bailan dos veces por semana. Pero lo más curioso del asunto es que en ocasiones, antes de que la muerte se lo llevara, W.G.Sebald los acompañaba a dichos actos. Y ésta es la imagen que no puedo quitarme de la cabeza: la del hombre contemplativo, a quien por supuesto no le gustaba bailar, observando al hombre de acción, a quien por supuesto sí le gusta, danzando con esa esposa que no puede vivir solo de libros. En definitiva, la imagen del escritor examinando la Vida." Vano intento por cantar en español el mejor verso de Dylan: “The ghost of electricity howls in the bones of her face” (“El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su rostro”), periodismo de escritorio, caspa narrativa, literatura para leer en los paraderos, radio pirata & portátil, discos rayados, consejos para llegar a La Nada, comentarios varios, digresiones en orden alfabético, abrazos, besos; el último que salga, que cierre la puerta y apague la luz.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Álvaro Colomer dixit
"Hay una imagen que no puedo quitarme de la cabeza: la de la esposa de W.G. Sebald (foto)bailando con un obrero. Se conocieron hace nueve años, en una fiesta, después de la cena. El matrimonio, compuesto por "Max" y Ute, observaba el baile desde su mesa cuando aquel desconocido se acercó y, siempre con el mayor de los respetos, preguntó a la mujer si quería acompañarlo a la pista. Ella aceptó y su esposo los observó durante el resto de la velada. Al cabo de un año, el obrero (Zeph) telefoneó a Ute y, tras explicarle que había perdido a su pareja de baile, le preguntó si querría tomar dicho puesto. De nuevo, ella aceptó. Desde entonces, bailan dos veces por semana. Pero lo más curioso del asunto es que en ocasiones, antes de que la muerte se lo llevara, W.G.Sebald los acompañaba a dichos actos. Y ésta es la imagen que no puedo quitarme de la cabeza: la del hombre contemplativo, a quien por supuesto no le gustaba bailar, observando al hombre de acción, a quien por supuesto sí le gusta, danzando con esa esposa que no puede vivir solo de libros. En definitiva, la imagen del escritor examinando la Vida."