“En términos amorosos, nunca tienes el control y odio esa sensación. He llorado a mares. Tengo esta coraza dura de macho que proyecto en el escenario, pero también tengo mi lado blando, que se derrite como la mantequilla. Soy un auténtico romántico, igual que Rodolfo Valentino, pero en algunos artículos aparezco como una persona absolutamente fría. Soy un hombre extremista y eso puede ser muy destructivo. Parece que consumo a las personas que se me acercan demasiado y las destruyo, no importa cuánto me esfuerce en que las cosas funcionen. Pero mimo muchísimo a mis amantes. Me gusta hacerlos felices y me encanta darles regalos maravillosos y caros, pero al final acaban pisoteándome. A veces me despierto dudando, asustado porque estoy solo. Es por eso que salgo a buscar a alguien que me quiera, incluso aunque sólo sea por una noche. En esas noches me limito a jugar mi papel”.