“Cuando era un adolescente pensaba que el siglo XXI aceleraría las cosas, que habría objetividad y energía limpia. Y aquí estamos ocho años después. Parece que hemos ido para atrás. Los valores que se han impuesto parecen decimonónicos: la familia, la posición social, la riqueza… Todo me parece muy blanco, masculino, gordo y viejo. En esta década, la respuesta al 11-S por parte de este país ha sido increíblemente triste”.