Por Miguel Espigado
HOMO SAMPLER
Eloy Fernández Porta
Anagrama. Barcelona, 2008.
370 pags.
Eloy Fernández Porta
Anagrama. Barcelona, 2008.
370 pags.
Eloy Fernández Porta vuelve con un ensayo de 370 páginas, publicado por uno de los editores más prestigiosos de la lengua española, para poner en palabras lo nuevo que hay en el mundo y en la cultura que lo transforma. Tres grandes temas, que corresponden a las tres partes en que se divide el ensayo, le sirven para poner orden a una ágil sucesión de análisis sobre muchas manifestaciones culturales significativas de nuestro tiempo. Ur Pop: “la emergencia inesperada de figuras, valores o emociones primitivos en un espacio ultramoderno”. RealTime: conjunto de estrategias críticas de las producciones temporales que son propia de los media, “desde la cuña publicitaria de dos segundos hasta el revival de una moda”. TrashDeLuxe: “basura elevada al rango de verdad absoluta por medio de un envoltorio que recubre la escoria y le confiere una pátina pop”. Estas son las definiciones de las tres categorías conceptuales de las que el escritor del Afterpop se sirve para organizar su nuevo libro, que evoluciona visiblemente hacia los aspectos más admirables de su trabajo anterior. Retoma, además, el mismo punto de partida; vivimos en una época afterpop, donde el público, los media y el producto han sufrido una transformación respecto al paradigma de la cultura popular manejado hasta ahora. La fragmentación de los gustos del espectador, el auge de los metamedios broadcast yourself, o la emergencia de objetos pop y sus formas de complejidad, “que piden a gritos una lectura de segundo grado”, son algunos de los fenómenos que dan cuenta de la necesidad de una reinterpretación de nuestro panorama cultural.
Menos punkarra, más pensador. Eloy Fernández Porta arroja una visión de un mundo de espectadores/consumidores, donde el objeto de análisis ya no gira en torno a los interrogantes clásicos de la filosofía y las ciencias sociales sino a lo que uno se encuentra los domingos por la mañana cuando abre el magacine: tendencias, moda, alimentación, periodismo, literatura, arte contemporáneo, internet, publicidad, música, marketing, interiorismo, arquitectura, urbanismo, sexo… El pensamiendo de Homo Sampler siempre se asienta en casos representativos, en la constante alusión a lo concreto y reconocible, que se resume o directamente se plasma en el papel, gracias a una suerte de citas donde se recogen desde fragmentos de comic, reproducciones en blanco y negro de obras de arte, hasta sinposis de exposiciones y películas. Pongamos algunos ejemplos. Para diferenciar actitudes esenciales hacia lo ur, Fernández Porta recurre consecutivamente a una viñeta de Miguel Brieva, a la novela Desayuno en Tiffanys de Truman Capote, y a falsificaciones de Los Simpsons®. El libro Noa noa, de Gauguin, y un comic de Max, sobre un hipotético encuentro entre Lovecraft y Disney, le sirven como punto de partida para abordar el primitivismo moderno y el lado siniestro de su resultado pop. Partiendo de las tesis de Lacan sobre lathouses, el escritor toma el reloj Swach y teoriza sobre las nuevas temporalidades, englobadas en la sección RealTime, donde también hablará del crono espectacular y épico de la NBA. Un diálogo de la película El Diablo viste de Prada le vale como explicación del concepto de overdrive (sabotaje al ritmo mediático). La obra fotográfica de Martin Parr introduce sus reflexiones sobre los nuevos modos de vida trash. Y en el capítulo culminante dedicado a las chuches, el bombón navideño Ferrero Rocher será óbice de la reflexión sobre la promesa inclumplida kistch. Aunque Fernández Porta se ha tomado más trabajo en explicar y seleccionar los ejemplos que en Afterpop, parece inevitable que a veces el lector se quede un poco colgado con los referentes, ante tamaño despliegue de erudición (after)pop, alejada de la cultura que nos enseñan en las escuelas.
Leyendo Homo Sampler, parece detectarse cierto paralelismo entre el rumbo que aquí toma la filosofía y el revolucionario proceso de redefinición del objeto artístico que inauguró Duchamp. Si el cuestiomamiento del arte ha llevado a aceptar un urinario como obra artística. ¿Por qué no se va a poder hacer filosofía sobre un bombón navideño? Mucho de lo que catalogaríamos como cosas para no pensar o las cosas más tontas, que vivimos sin opiniones mediadoras, y de lo que jamás se nos dijo que debiéramos formarnos una opinión, es materia filosófica que Fernández Porta dota de significado, no tanto gracias a complejas maquinaciones metodológicas, sino casi siempre a través del sentido común, cumpliendo con el merito de verbalizar para el lector aquello que este, de una u otra manera, ya comenzaba a intuir. Homo Sampler es el reflejo de una obsesión por pensar en cada una de las cosas que nos consumen y son consumidas, en el fugaz continuum de un mundo lleno, culturalmente saturado, que desborda cualquier intento de sistematización.
¿Qué hay de nuevo, viejo? le preguntaba Bugs Bunny al cazador cazado. Para Eloy Fernández Porta la respuesta pasa no solo por explicarlo sino por nominarlo, inventar o reciclar neologismos para dar existencia abstracta a lo que antes no era más que intuición no verbalizada. Se proponen nuevos términos, se subrayan otros en cursiva, enfatizando la expresividad del lenguaje. Con similar aire zumbón y chocarrero al conejo de la zanahoria, F. Porta mezcla fragmentos muy libérrimos con apartados filosóficos complejos, manteniendo siempre la ironía, que le permite engarzar coherentemente literatura y pensamiento en un mismo discurso. Y “el viejo” aquí no sería otro que el posmodernismo, que hasta ahora había creído ostentar la última palabra sobre el mundo, cuando Homo Sampler ya intenta hacer avanzar sus teorías, contrastando y cribando con manejo a Adorno, Baudrillard, Jameson, Benjamin, Walt Disney y tantos otros, sin dejar de reconocer su gra deuda con ellos.
Metodológicamente, Homo Sampler ofrece una alternativa válida al relativismo nihilista y la crisis del conocimiento tan profusamente reflejados/creados por los filósofos de la posmodernidad. Asume la imposibilidad de sistematizar el mundo, y supera el problema de conocimiento gracias al humor, la ironía y la renuncia al relato progresivo y concluyente, dejándonos un ensayo de final abierto. El propio autor ya ironiza sugiriéndonos que su ensayo “no es una novela”, en clara sintonía con la crítica de Foucault o Lyotard a la naturaleza ficcional de los metarrelatos. En contra de la prosa argumentativa tradicional en los ensayos filosóficos, Homo Sampler juega a romper las espectativas del lector, trasngrediendo las convenciones del ensayo como género, cuyas características formales se evidencian contaminadas del modo de pensamiento ilustrado a superar. No sin cierto gamberrismo, Fernández Porta tiene a bien pasarse por el forro algunos presupuestos argumentales expuestos con seriedad filosófica al comienzo del ensayo, terminado estos -a veces- algo difuminados y superados en su especificidad, ante la expansión constante del objeto de análisis. En una ágil adición de casos, razonamientos y ejemplos, el contenido de Homo Sampler prospera de forma radicalmente distinta al modo propio del formalismo lógico deductivo, donde todo se subordina y clasifica en epígrafes y subepígrafes (igual que un archivo en el sistema de carpetas de Windows). En su lugar, Fernández Porta se abre a la creatividad, dejando que la pulsión lúdica del pensamiento le lleve más allá de donde lo haría la razón. Frente a este “New Gamberrism”, late la motivación universal del filósofo: conciliar lo independiente, olvidar diferencias para hallar lo común y esencial. El aparente libertinaje de Homo Sampler no parece casual. Si algo tienen presentes los hijos de la posmodernidad, es que las verdades, cuando se presentan en orden perfecto, resultan altamente sospechosas.