martes, 30 de junio de 2009

Juan Forn recuerda...

Es famoso el intercambio de palabras que tuvieron Nikita Kruschev, líder supremo de la URSS, y Chou-en-Lai, mano derecha de Mao, cuando se vieron por primera vez las caras. Kruschev, que era hijo de campesinos pobres, inició la conversación diciendo: “Me temo que usted y yo tenemos pocas cosas en común”. Chou, hijo y nieto de mandarines, lo corrigió con delicadeza: “Algo tenemos en común. Los dos somos traidores a nuestra clase”.

lunes, 29 de junio de 2009

Bogotá y el peso muerto de España

El escritor norteamericano William S. Burroughs (1914-1997) fue novelista y ensayista. Recorrió América del Sur en 1953. Vale la pena recordar algunas de sus anotaciones de la época:

· Todos los días nos proponemos salir temprano hacia la selva. Los colombianos terminan de desayunar alrededor de las once (el resto de nosotros esperando por ahí desde las ocho) y empiezan a buscar un guía competente con preferencia alguno que posea una finca cerca del pueblo. Llegamos a la finca más o menos a la una y perdemos otra hora almorzando. Entonces los colombianos dicen: “Parece que la selva está lejos. A unas tres horas. Hoy no hay tiempo de llegar allí”.

· Bogotá es alta, fría, y húmeda; es un frío húmedo que se le mete a uno dentro como el frío enfermizo del opio. No hay calefacción en ninguna parte y uno nunca llega a calentarse. Como en ninguna otra ciudad que haya visto en América del Sur, se siente en Bogotá el peso muerto de España, sombrío y opresivo. Todo cuanto es oficial lleva el sello de Made in Spain.

· A un sudamericano le puede estar asomando el culo por los pantalones pero seguirá con la corbata puesta.

· Hablo del Sudamericano en su mejor expresión, una raza especial en parte india, en parte blanca, en parte sabe Dios qué. No es, como uno suele pensarlo al principio, fundamentalmente un oriental, ni pertenece a Occidente. Es algo especial, distinto a cualquier otra cosa. Se ha visto impedido de expresarse por los españoles y la Iglesia Católica. Lo que se necesita es un nuevo Bolívar que realmente arregle las cosas. (…) Nunca me sentí tan decididamente de un lado e incapaz de percibir alguna característica redentora del otro.

· América del Sur es una mezcla de razas todas ellas necesarias para alcanzar la forma potencial. Necesitan sangre de blancos, como lo saben –el mito del Dios Blanco- y qué es lo que consiguieron sino esta porquería de españoles. Con todo tuvieron la ventaja de la debilidad. Nunca hubieran conseguido echar a los ingleses de aquí. Hubieran creado esa atrocidad conocida como un País de Hombres Blancos.

· Nunca me siento halagado por esa simpatía promiscua hacia los norteamericanos. Es ofensiva para la dignidad personal, y nada bueno puede esperarse de esos simpatizantes de los Estados Unidos.

El curioso atajo que toman los militares a la hora de defender la democracia

Tegucigalpa, Honduras, 28 de junio de 2009.

martes, 23 de junio de 2009

El arte que se hace hoy en día (2)

Nadín Ospina, Chamán en vuelo. 2000.

El arte que se hace hoy en día (1)

Jake and Dinos Chapman, Chapman Family Collection (detalle). 2002.

Ángeles Mastretta dixit

"Yo tengo epilepsia. Lo digo, porque aún ahora es difícil oírlo. Más difícil oírlo que vivir sabiéndolo. Escribimos un día aterrados y otro dichosos, como quien camina al borde de un abismo. ¿A quién le importará todo esto? ¿Habrá quién llore las muertes que hemos llorado? ¿Habrá quién le tema al deseo, quien lo consienta y lo urja con nosotros? ¿Para qué hacer una novela? Cumplimos con el deber de inventar cada mañana un mundo y escribimos para sentir que en algo mejora nuestra realidad. Escribimos para recordar que la vida cómo es o cómo podría ser, con su belleza, su barbarie y sus dificultades, está regida por un azar y unas leyes que no tienen remedio. Aunque escribir nos ayude a creer que lo tiene".

lunes, 22 de junio de 2009

Olvidarse de Diego Por Alan Pauls (enero de 2000)

Hace algún tiempo, no mucho, Charly García, lanzado a un vertiginoso destino de artista-bonzo, sólo reconocía a un rival capaz de hacerle sombra: Diego Maradona. Durante unos meses estuvieron cabeza a cabeza, vidas paralelas y ejemplares, consumiéndose en periódicas performances suicidas: conciertos abortados, bataholas nocturnas, problemas con la ley, agresiones contra el mundo, la compulsión de renunciar a todo el capital acumulado, la voluntad –un poco infantil, pero aun así inquietante– de andar sueltos por la calle como bombas de tiempo humanas. Nunca formalizado, a diferencia de otros, el dúo punk García-Maradona no duró. No podía durar. Charly García se convirtió en un artista conceptual, capaz de prescindir incluso de la música, y redimió sus raptos de incandescencia con una política del gesto. Para Maradona, en cambio, no parece haber redención posible. Esclavo de su cuerpo, su destino está como condenado a repetir literalmente la secuencia melodramática (mezcla de sadismo y de compasión, de misericordia y de morbo) a la que todos los años finge asistir de lejos la máquina cínica de los medios: ascenso y caída, éxtasis y lodo, premio y paliza. El drama de Maradona no es la adicción que lo devora, ni la gloria que pasó, ni las malas compañías. El drama de Maradona es que es inolvidable: no puede desaparecer, no puede borrarse, no puede no quedar. Funes, el memorioso de Borges, sufría el insomnio espantoso de recordarlo todo; Maradona –Funes al revés– sufre el espanto del insomnio de los otros, que no pueden olvidarlo. Aquí, al contrario de lo que proclama el refrán, no es el olvido lo que induce a la repetición, sino más bien la memoria, ese espíritu vigilante y sórdido, propio de interrogadores policiales, con el que los periodistas agolpados frente al sanatorio Cantegril de Punta del Este procuraban ayer poner en boca de los médicos que la traducción de “hipertensión” es “cocaína”.

León Ferrari, "La civilización occidental y cristiana", 1965.


La imagen de Neda Soltan, la joven iraní asesinada, recorre el mundo gracias a internet


sábado, 20 de junio de 2009

Luis Sepúlveda habla de Piedad Bonnett

Para otros es el cielo de Piedad Bonnett
"La novela de amor más inteligente que he leído. Un reducido grupo acude al cementerio de Bogotá para despedir los restos de Antonio Alvar, un intelectual rebelde fallecido a los 54 años. Silvia, antigua amante de Alvar, es la encargada del ejercicio de memoria que reconstruye una intensa historia de amor llena de reflexiones sobre la complejidad de la existencia. Mediante una narración sencilla y a la vez intensamente poética, Piedad Bonnett nos permite asomarnos al espejo de un hombre aparentemente duro, pero que en el fondo es un prisionero de su propia inteligencia. (Alfaguara Colombia, 2004)."
Luis Sepúlveda (Ovalle, Chile, 1949) es autor, entre otros libros, de Un viejo que leía novelas de amor (Tusquets) y La sombra de lo que fuimos (Espasa, 2009, último premio Primavera de Novela).

viernes, 19 de junio de 2009

Annie Leibovitz habla de Susan Sontag

"Después de que Susan muriera hablé con su hijo David [Rieff, periodista y escritor]. Uno de los primeros usos de la fotografía fue retratar a los muertos para tener su memoria. Lo discutí con David y me dijo que era algo que tenía que hacer. Me dio su permiso, de alguna manera. Pero en aquella sala, era como si Susan no estuviera allí. Su cuerpo era como un artefacto. Estaba el cuerpo, pero ella no. Y yo estaba más bien en el papel de una fotógrafa".

martes, 16 de junio de 2009

Mario Ribero, director de televisión y cine

"Tuve que ganarme un premio de guión para poder hacerla y se realizó con un bajísimo presupuesto (El embajador de la India). Así que me hice la promesa de que nunca más iba a hacer cine de subdesarrollo. Quiero que se haga con el presupuesto necesario y suficiente para poder hacer una cuestión decente, no quiero hacer ese cine de por favor: 'por favor présteme la casa, por favor présteme el carro, por favor présteme el actor, por favor trabaje aquí', eso no lo voy hacer. Hay que buscar buenos patrocinadores y creo que hay gente interesada".

lunes, 15 de junio de 2009

Monólogo de Cristiano Ronaldo

“Mi deseo es reescribir la historia del fútbol. Es cierto que mucha gente me odia, pero hay más que me quiere y me apoya. Me encanta cuando me abuchean, me gusta ver el odio en sus ojos y escuchar sus insultos. Sólo me siento mal cuando juego mal. Afortunadamente eso pasa rara vez. Tengo un largo camino por delante. Sé que ya estoy entre los mejores de los mejores, pero quiero seguir escribiendo muchas más páginas bonitas. No tengo nada que envidiar a Lionel Messi, ya que no me comparo con otros. Soy Cristiano Ronaldo y puedo ganar más que nadie.”

domingo, 14 de junio de 2009

Sábado, 1 y 55 a.m.

Beckett, argentino: Esperando a Godoy.
Varguitas de Unamuno: La tía Tula y el escribidor.
Kafka, peruano: Gregorio Samsa se despierta, cada mañana, convertido en un monstruoso insecto (su caso ya no interesa a nadie).
Onetti, octogenario: El pastillero.
Cortázar, colombiano: ¿Encontraría a la Rata?

martes, 9 de junio de 2009

Righteous kill

Hace años, cuando Robert De Niro era Travis, quería limpiar la escoria de Nueva York; ahora De Niro es Turk, no ya un vengador taxista insomne sino el perfecto policía, el auténtico tirofijo. Pues bien, ahora Rooster, (Al Pacino), su mejor amigo, quiere ser como Tom Turk (De Niro) y no lo logra pues sabido es que De Niro es De Niro y puede limpiar la escoria de Nueva York cuantas veces quiera. Una última cosa: Pacino funge aquí de poeta y justiciero y lo matan. Al policía policía, lo premian. Al policía poeta, lo matan.
Lo dicho: no hay justicia poética en este mundo.

lunes, 8 de junio de 2009

¿Qué hay de nuevo, viejo? (una reseña de "Homo Sampler")

Por Miguel Espigado
HOMO SAMPLER
Eloy Fernández Porta
Anagrama. Barcelona, 2008.
370 pags.

Eloy Fernández Porta vuelve con un ensayo de 370 páginas, publicado por uno de los editores más prestigiosos de la lengua española, para poner en palabras lo nuevo que hay en el mundo y en la cultura que lo transforma. Tres grandes temas, que corresponden a las tres partes en que se divide el ensayo, le sirven para poner orden a una ágil sucesión de análisis sobre muchas manifestaciones culturales significativas de nuestro tiempo. Ur Pop: “la emergencia inesperada de figuras, valores o emociones primitivos en un espacio ultramoderno”. RealTime: conjunto de estrategias críticas de las producciones temporales que son propia de los media, “desde la cuña publicitaria de dos segundos hasta el revival de una moda”. TrashDeLuxe: “basura elevada al rango de verdad absoluta por medio de un envoltorio que recubre la escoria y le confiere una pátina pop”. Estas son las definiciones de las tres categorías conceptuales de las que el escritor del Afterpop se sirve para organizar su nuevo libro, que evoluciona visiblemente hacia los aspectos más admirables de su trabajo anterior. Retoma, además, el mismo punto de partida; vivimos en una época afterpop, donde el público, los media y el producto han sufrido una transformación respecto al paradigma de la cultura popular manejado hasta ahora. La fragmentación de los gustos del espectador, el auge de los metamedios broadcast yourself, o la emergencia de objetos pop y sus formas de complejidad, “que piden a gritos una lectura de segundo grado”, son algunos de los fenómenos que dan cuenta de la necesidad de una reinterpretación de nuestro panorama cultural.
Menos punkarra, más pensador. Eloy Fernández Porta arroja una visión de un mundo de espectadores/consumidores, donde el objeto de análisis ya no gira en torno a los interrogantes clásicos de la filosofía y las ciencias sociales sino a lo que uno se encuentra los domingos por la mañana cuando abre el magacine: tendencias, moda, alimentación, periodismo, literatura, arte contemporáneo, internet, publicidad, música, marketing, interiorismo, arquitectura, urbanismo, sexo… El pensamiendo de Homo Sampler siempre se asienta en casos representativos, en la constante alusión a lo concreto y reconocible, que se resume o directamente se plasma en el papel, gracias a una suerte de citas donde se recogen desde fragmentos de comic, reproducciones en blanco y negro de obras de arte, hasta sinposis de exposiciones y películas. Pongamos algunos ejemplos. Para diferenciar actitudes esenciales hacia lo ur, Fernández Porta recurre consecutivamente a una viñeta de Miguel Brieva, a la novela Desayuno en Tiffanys de Truman Capote, y a falsificaciones de Los Simpsons®. El libro Noa noa, de Gauguin, y un comic de Max, sobre un hipotético encuentro entre Lovecraft y Disney, le sirven como punto de partida para abordar el primitivismo moderno y el lado siniestro de su resultado pop. Partiendo de las tesis de Lacan sobre lathouses, el escritor toma el reloj Swach y teoriza sobre las nuevas temporalidades, englobadas en la sección RealTime, donde también hablará del crono espectacular y épico de la NBA. Un diálogo de la película El Diablo viste de Prada le vale como explicación del concepto de overdrive (sabotaje al ritmo mediático). La obra fotográfica de Martin Parr introduce sus reflexiones sobre los nuevos modos de vida trash. Y en el capítulo culminante dedicado a las chuches, el bombón navideño Ferrero Rocher será óbice de la reflexión sobre la promesa inclumplida kistch. Aunque Fernández Porta se ha tomado más trabajo en explicar y seleccionar los ejemplos que en Afterpop, parece inevitable que a veces el lector se quede un poco colgado con los referentes, ante tamaño despliegue de erudición (after)pop, alejada de la cultura que nos enseñan en las escuelas.
Leyendo Homo Sampler, parece detectarse cierto paralelismo entre el rumbo que aquí toma la filosofía y el revolucionario proceso de redefinición del objeto artístico que inauguró Duchamp. Si el cuestiomamiento del arte ha llevado a aceptar un urinario como obra artística. ¿Por qué no se va a poder hacer filosofía sobre un bombón navideño? Mucho de lo que catalogaríamos como cosas para no pensar o las cosas más tontas, que vivimos sin opiniones mediadoras, y de lo que jamás se nos dijo que debiéramos formarnos una opinión, es materia filosófica que Fernández Porta dota de significado, no tanto gracias a complejas maquinaciones metodológicas, sino casi siempre a través del sentido común, cumpliendo con el merito de verbalizar para el lector aquello que este, de una u otra manera, ya comenzaba a intuir. Homo Sampler es el reflejo de una obsesión por pensar en cada una de las cosas que nos consumen y son consumidas, en el fugaz continuum de un mundo lleno, culturalmente saturado, que desborda cualquier intento de sistematización.
¿Qué hay de nuevo, viejo? le preguntaba Bugs Bunny al cazador cazado. Para Eloy Fernández Porta la respuesta pasa no solo por explicarlo sino por nominarlo, inventar o reciclar neologismos para dar existencia abstracta a lo que antes no era más que intuición no verbalizada. Se proponen nuevos términos, se subrayan otros en cursiva, enfatizando la expresividad del lenguaje. Con similar aire zumbón y chocarrero al conejo de la zanahoria, F. Porta mezcla fragmentos muy libérrimos con apartados filosóficos complejos, manteniendo siempre la ironía, que le permite engarzar coherentemente literatura y pensamiento en un mismo discurso. Y “el viejo” aquí no sería otro que el posmodernismo, que hasta ahora había creído ostentar la última palabra sobre el mundo, cuando Homo Sampler ya intenta hacer avanzar sus teorías, contrastando y cribando con manejo a Adorno, Baudrillard, Jameson, Benjamin, Walt Disney y tantos otros, sin dejar de reconocer su gra deuda con ellos.
Metodológicamente, Homo Sampler ofrece una alternativa válida al relativismo nihilista y la crisis del conocimiento tan profusamente reflejados/creados por los filósofos de la posmodernidad. Asume la imposibilidad de sistematizar el mundo, y supera el problema de conocimiento gracias al humor, la ironía y la renuncia al relato progresivo y concluyente, dejándonos un ensayo de final abierto. El propio autor ya ironiza sugiriéndonos que su ensayo “no es una novela”, en clara sintonía con la crítica de Foucault o Lyotard a la naturaleza ficcional de los metarrelatos. En contra de la prosa argumentativa tradicional en los ensayos filosóficos, Homo Sampler juega a romper las espectativas del lector, trasngrediendo las convenciones del ensayo como género, cuyas características formales se evidencian contaminadas del modo de pensamiento ilustrado a superar. No sin cierto gamberrismo, Fernández Porta tiene a bien pasarse por el forro algunos presupuestos argumentales expuestos con seriedad filosófica al comienzo del ensayo, terminado estos -a veces- algo difuminados y superados en su especificidad, ante la expansión constante del objeto de análisis. En una ágil adición de casos, razonamientos y ejemplos, el contenido de Homo Sampler prospera de forma radicalmente distinta al modo propio del formalismo lógico deductivo, donde todo se subordina y clasifica en epígrafes y subepígrafes (igual que un archivo en el sistema de carpetas de Windows). En su lugar, Fernández Porta se abre a la creatividad, dejando que la pulsión lúdica del pensamiento le lleve más allá de donde lo haría la razón. Frente a este “New Gamberrism”, late la motivación universal del filósofo: conciliar lo independiente, olvidar diferencias para hallar lo común y esencial. El aparente libertinaje de Homo Sampler no parece casual. Si algo tienen presentes los hijos de la posmodernidad, es que las verdades, cuando se presentan en orden perfecto, resultan altamente sospechosas.

Retrato de un filósofo pospesimista

Por Luisa Corradini
Para algunos, Peter Sloterdijk es un visionario, un “nuevo y genial Nietzsche”. Para otros, el filósofo alemán más célebre después de Jurgen Habermas y el responsable de abrir las puertas al eugenismo, una corriente que aprueba la manipulación genética para mejorar la salud del hombre.
Como sea, desde hace 20 años cada libro de este profesor de estética termina transformándose en un best-seller.
¿Cuál es la razón de esa fascinación? Probablemente, la forma que tiene de describir el mundo y el hombre a través de conceptos como “burbuja”, “esfera” y “espuma”.
Según su teoría, el día en que Copérnico demostró que la Tierra estaba suspendida en el espacio, la humanidad entera vaciló: el ser humano fue presa del pánico ante la idea de caer en el vacío y desaparecer en un infinito agujero negro. Desde entonces, los hombres sólo aspiran a recuperar un manto protector, algo parecido a la placenta confortable de la cual salimos. Tanto, que toda obra humana tiende a reconstruir esa forma original.
En los tres tomos de casi 1000 páginas cada uno que componen “Esferas”, este gigante rubio de 57 años trata de demostrar que, en ese esfuerzo titánico por protegerse de “los terrores del espacio abismal”, los países ricos de Occidente han desarrollado un “constructivismo ofensivo, extendido hasta el infinito mediante la edificación, utópica y pragmática, de una casa de vidrio planetaria que debe asegurar un hábitat moderno en el espacio abierto”.
Pero no todas son loas para la nueva estrella de la filosofía mundial, que dirige la Universidad de Karlsruhe. Muchos lo acusan de haber transgredido la prohibición moral y política que pesa sobre las manipulaciones genéticas. El más tenaz de sus críticos es Habermas.
El escándalo estalló en 1999, en una conferencia que Sloterdijk tituló "Reglas para un zoológico humano". Yendo más lejos que Nietzsche, presentó a la escuela, la educación, la Iglesia y el humanismo como técnicas de domesticación del hombre: "Esa práctica -dijo- nos ha llevado a vivir en un zoológico temático lleno de animales civilizados, donde el hombre se domestica a sí mismo y trata de hacer lo mismo con los recién llegados". El humanismo educativo, sostuvo, abrió una "era antropotécnica", donde la ingeniería genética y la clonación son inevitables.
-Después de esa conferencia, Habermas, la conciencia de la Alemania antinazi, lo acusó de utilizar "la jerga nacionalsocialista" y denunció su "antropología de los años 1940". La prensa, por su parte, lo calificó de eugenista. ¿Cuál es su respuesta?
-El eugenismo forma parte del pensamiento moderno. Es la base misma del progresismo. El eugenismo es una idea de la izquierda clásica, retomada por los nacionalistas después de la Primera Guerra Mundial. Es el progresismo aplicado al terreno de la genética. Cada individuo razonable es eugenista en el momento en que se casa. Cada mujer es eugenista si prefiere casarse con un hombre que posee cualidades favorables en su apariencia física. Es el eugenismo de todos los días.
-Completamente inconsciente?
-No, para nada. Uno no es inconsciente si se casa con una bella mujer. La preferencia de la belleza en los asuntos eróticos no es inconsciente: es la conciencia misma. Como decía Platón en "El banquete", es la voluntad de engendrar en la belleza. Es el acto más consciente y el más razonable del ser humano.
-O sea que el eugenismo no es fascista. ¿El hombre puede creerse Dios y decidir quién debe vivir y quién no?
-Nunca existió un eugenismo fascista. Lo que hubo fue un exterminismo racista. Esa voluntad de matar nunca tuvo la más mínima relación con el concepto de eugenismo concebido como un medio de reflexionar sobre las mejores condiciones en que será creada la próxima generación. Los nazis se aprovecharon de algunos pretextos seudocientíficos para eliminar enfermos. Eso no tiene nada que ver con el eugenismo. Es un abuso total de lenguaje llamarlo así.
-¿Y a qué atribuye esa confusión?
-A que el fascismo de izquierda nunca fue revelado como lo que en verdad es. El antifascismo, como ideología dominante, se debe a que el fascismo de izquierda nunca hizo sus duelos. Sus representantes nunca confesaron lo que en verdad son. Acusando de fascistas a los fascistas de derecha ocultaron su propia calidad de fascistas, incluido el maoísmo, que fue el peor de los fascismos. Al lado de Mao, Hitler parece un loco y un neurasténico, un pobre personaje comparado con la envergadura fascista de Mao Tsé-tung.
-Cuando usted empleó la expresión "zoológico humano temático" naturalmente tenía que causar conmoción. ¿Fue una provocación?
-Para nada. Son sólo metáforas que permiten evocar una realidad antropológica que existe, con o sin esa metáfora. Porque el hábitat del ser humano no es la naturaleza en estado puro ni la casa en estado puro. Es una organización intermedia, que se parece a un zoológico. Una ciudad que fuera sólo una ciudad sería una suerte de prisión. Las ciudades vivibles son como zoológicos. Y un zoológico humano es simplemente una metáfora que remite a la calidad urbana del estar humano. No veo dónde está la provocación. El pensamiento de los seres humanos con relación a los animales está dominado por esa zoofobia, ese racismo de la especie. Los hombres hacen sus propias proyecciones en esa terminología, creyendo que hago una reducción de la humanidad a la animalidad, cuando es exactamente lo contrario.
-¿Es en ese sentido que, para usted, "el hombre es un animal de lujo"?
-Es tan lujoso que no es capaz de seguir siendo un verdadero animal. Perdió la facultad de ser un animal. Esa es mi definición de la humanidad: la incapacidad adquirida de quedar en el terreno de la animalidad. Somos seres condenados a la fuga hacia adelante, y en esa carrera nos volvemos extáticos. Ese éxtasis corresponde a lo que Heidegger llamaba "la apertura al mundo". Volviendo al eugenismo, soy partidario de un eugenismo de lujo. Me interesa particularmente el ser humano como fenómeno de lujo, casi milagroso, aparecido en forma aleatoria. Esa criatura lleva una carga hereditaria de enfermedades genéticas que no sirven para nada, pero que nos acompañan. La única pregunta eugenista que las generaciones futuras podrían plantearse sería si suprimir, gracias a la ingeniería genética, algunos de esos acompañantes. En 50 o 100 años, estoy seguro de que la mayoría de la humanidad estará de acuerdo con esas técnicas. Pero esto no tiene nada que ver con un eugenismo eliminador. Es necesario habituarse a pensar al hombre como un ser de lujo, aun cuando los dogmáticos no dejen de decirnos que el hombre es hombre sólo en función de sus carencias.
-Con sus tres tomos de "Esferas" dejó el terreno de la bioética para plantear nada menos que una morfología general del espacio humano. En esa trilogía retoma la gran pregunta de Heidegger: ¿adónde estamos cuando decimos que estamos en el mundo?
-Y yo respondo: "En burbujas, esferas, incubadoras, invernaderos, donde el hombre se construye, se protege y cambia". La vida humana se autoorganiza siempre creando espacios protegidos e inmunes, de la célula y su protoplasma a los niños dentro del útero, pasando por los hombres cuando construyen su intimidad, sus casas, sus ciudades y sus espacios metafísicos o imaginarios.
-Para usted, el modelo de la esfera es la isla. El hecho humano se construiría mediante la separación?
-Una isla es, porque está aislada, y el hecho humano es el resultado de una gran operación de aislamiento. El proceso que lleva a la realidad humana es el autoencierro de un grupo humano que transforma a sus miembros como se transforman los monos en hombres. Ese proceso comienza con una utilización perversa y particular de la mano del mono, que se metamorfosea en mano humana. Nosotros tocamos de otra manera, como lo muestra Sartre en "El ser y la nada" cuando habla de la caricia. La caricia es exactamente el gesto que prueba que la mano humana se ha vuelto extática. Ya no se contenta con el gesto de tomar algo: la mano se vuelve la antena del ser.
-¿Y qué es lo que usted llama "uterotopo"?
-Es otra de las dimensiones de la isla del hombre. Es necesario comprender que los seres humanos están condenados a una práctica metafórica que consiste en la necesidad de repetir extraútero la situación intrauterina. El medio uterino se vuelve el símbolo de la actividad mundial, debido a que el ser humano depende siempre de un espacio protector para realizar su naturaleza humana.
-En "Espumas", el último volumen de su trilogía, usted dice que esas innumerables esferas humanas se aglomeran hasta formar paquetes de "espuma" que permiten pensar esa multitud de espacios humanos cerrados?
-No podía quedarme en el nivel de las burbujas protectoras del núcleo familiar o de la pequeña horda. Yo interpreto la metafísica clásica como un sistema inmunitario simbólico que construía un película trascendente e indestructible en torno del ser humano. Mientras los mortales vivían bajo ese cielo, era plausible pensar que el cosmos era la casa de Dios -esa esfera donde el centro está en todas partes y la circunferencia en ningún sitio- y los hombres, los inquilinos. En "Espumas" demuestro por qué esa monoesfera metafísica estaba destinada al fracaso.
-¿Por qué?
-Hay una contradicción que refleja el dilema formal de la situación actual del mundo: a través de los mercados y los medios de comunicación globales asistimos a una guerra sin cuartel entre modos de vida y entre mercancías de la información. Allí donde todo es centro no puede existir un verdadero centro. Allí donde todo emite, el supuesto centro emisor se pierde entre los mensajes entremezclados. Vemos entonces que la era del círculo unitario -el único, el más grande, el que engloba todo lo demás- ha terminado irrevocablemente. La esfera no es más la imagen morfológica del mundo poliesférico que habitamos, sino la espuma.
-En todo caso, ese espacio vital cada vez está más amenazado: el aire que respiramos es acondicionado, filtrado, purificado. Después de la utilización de gases mortales, ese aire se ha transformado en un elemento amenazador. El aire y el medio ambiente forman parte de la estrategia militar y, como el hombre necesita inmunizarse contra esos peligros?
-...esto acelera la construcción de esferas protectoras, sean ellas el espacio aéreo, nuestras ciudades climatizadas o nuestras oficinas y apartamentos. Nuestro mundo occidental quisiera ser un inmenso palacio de cristal. Algo parecido al Palacio de Cristal de los británicos, ese invernadero gigante y lujoso construido en Londres en 1850 para la Exposición Universal. Occidente ha reemplazado el mundo de los metafísicos por un gran espacio interior organizado por el poder adquisitivo. El capitalismo liberal encarna la voluntad de excluir el mundo exterior, de retirarse en un interior absoluto, confortable, decorado, suficientemente grande como para que no nos sintamos encerrados. Creo que ese palacio de cristal urbano, con sus calles peatonales, sus casas con aire acondicionado, da una respuesta adecuada a ese deseo. Walter Benjamin ya lo decía en la época de la Restauración en Francia, cuando hablaba de las galerías comerciales y las calles comerciales de París. Para él, construyendo esos pasajes, el régimen de Napoleón III mostró su verdadera naturaleza tratando de transformar el mundo interior en una especie de fantasmagoría: un gran salón abierto donde uno recibe el mundo sin estar obligado a salir de su casa. Para él, ése era el fantasma burgués de base: querer disfrutar de la totalidad de los frutos del mundo sin tener que salir de su casa.
-En función de ese objetivo, la globalización de los medios de comunicación ayuda enormemente, porque uno puede traer el mundo a su casa sin tener que moverse?
-Exactamente.
-Y con el resto, ¿qué se hace? ¿Qué se hace con la periferia subdesarrollada del mundo?
-Se usa para hacer turismo y practicar la caridad. Para darse buena conciencia.
-¿Usted habla del hombre posmoderno?
-Sí. El modernismo fue la época de la construcción del gran invernadero de cristal. El posmodernismo es la vida después de su inclusión total en ese gran invernadero. La periferia está allí simplemente para recordarnos que todo es muy seguro y que es necesario proteger la estructura a cualquier precio.
-¿El sistema militar llamado Guerra de las Galaxias, desarrollado por EE.UU., forma parte de ese gran invernadero?
-Desde luego, porque ellos son los guardianes de ese gran palacio de cristal, sobre todo de su superficie. Una superficie que es muy frágil y, al mismo tiempo, muy elástica. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, los norteamericanos se pusieron a construir otras estructuras más sofisticadas y aún más grandes que las Torres Gemelas. Lo curioso es que nadie parece extrañar esas torres. Apenas fueron destruidas, sus funciones pasaron a ser cumplidas por otras estructuras. La verdadera consecuencia del 11 de septiembre fue que, desde entonces, los estadounidenses poseen algo muy precioso: tienen por primera vez un monumento nacional mítico. Algo así como la Jerusalén de los cristianos en la Edad Media: el sitio donde se encontraba la tumba de Cristo. Por primera vez, los norteamericanos tienen esa Tierra Santa en territorio estadounidense. Para hacer una Cruzada, es necesario poseer una Tierra Santa.
-Usted no sólo es duro con los norteamericanos; también lo es con los europeos, a quienes acusa de ser unos cínicos: miran el mundo con sus principios de libertad, igualdad y fraternidad, pero dicen: es así y no se puede cambiar.
-Sí, el cinismo es una suerte de pragmatismo aplicado al terreno de la reflexión ética. El cinismo antiguo era otra cosa, era simplemente un naturalismo, una reclamación de la naturaleza en tanto que régimen razonable que reglamentaba el movimiento de los astros y los cuerpos celestes, y que al mismo tiempo podía ser aplicado al comportamiento humano. Esa suerte de naturalismo indicaba que había que renunciar a las necesidades creadas por la sociedad y llevar la vida de un perro feliz.
-¿Y usted es un cínico?
-No, para nada. Yo no creo que se puedan ignorar las necesidades creadas por la sociedad. Finalmente, Diógenes, dentro de su barril, no consiguió ignorarlas. La prueba es que él también quiso entrar en la conversación urbana, transformarse en objeto de la atención pública gracias a su tonel y a esa marginalidad espectacular. Para él, ésa era la única forma que tenía un filósofo de hacerse notar en una sociedad donde todos los buenos puestos ya estaban distribuidos. En nuestros días, se podría decir que el cinismo es un mecanismo de marketing filosófico y que la invención de gestos espectaculares es una filosofía à coté de la filosofía hablada; es una suerte de ampliación de los medios de la comunicación filosófica.
-Volviendo al palacio de cristal, y como nada es eterno, ¿qué sucederá después del gran invernadero?
-Tendrá fin, porque la dolce vita en ese gran palacio de cristal está basada en una tecnología que no es sostenible. Es decir, en las energías fósiles. En la historia de la humanidad, el fosilismo habrá sido un episodio de apenas unos 300 años. Tenemos energías fósiles aún por 50, 100 años como máximo. En todo caso, nuestro placer ya no es el mismo: ha sido prácticamente demolido, porque las energías fósiles son sólo agradables cuando son baratas, y esa época se terminó para siempre. No volverá nunca más. Cuando todo se vuelve caro, no hay más confort, porque la democratización del lujo es imposible. Los regalos de la naturaleza se terminan allí. Ahora los hombres se preguntan cómo se pueden reemplazar esos regalos. La verdad es que el hombre detesta el trabajo. Los hombres simulan trabajar, pero trabajando sueñan con un regalo, con un tesoro que buscan en forma permanente. El trabajo es sólo una suerte de intermezzo que se acepta en espera del gran regalo. Ahora, ante el fin de las energías fósiles, el trabajo regresa como una carga insoportable.
-No podemos quejarnos: desde mediados del siglo XIX hasta ahora hemos reducido en dos tercios el tiempo de trabajo.
-Así es. Pero eso se terminó para siempre. El fin de la vida fácil es irreversible.
-Después de esto, me parece bastante difícil comprender por qué usted se declara optimista sobre el futuro del hombre.
-Porque tenemos una buena posibilidad de administrar ese gran giro hacia una tecnología que será al mismo tiempo barata, compatible con las exigencias de la democracia y, sobre todo, abordable para los países que hoy están en la periferia. Esos pueblos aprovecharán la situación cuando las nuevas tecnologías solares estén disponibles a precios razonables. Esos nuevos recursos permitirán una estructura de civilización completamente diferente.
-¿Se podría decir entonces que usted es un filósofo pospesimista?
-No se me había ocurrido, pero me parece muy apropiada esa definición.

sábado, 6 de junio de 2009

Errol Flynn dixit

"Vivir he vivido muchísimo, como un glotón comiéndose el mundo, y no creo que sea egolatría sugerir que pocos de los que han vivido en este siglo han tragado más mundo que yo. En el mar, en su fondo, en el aire, en todas las partes de casi todas las tierras, yo no he ido en busca de fama o fortuna, sino de la vindicación del acto de vivir".

miércoles, 3 de junio de 2009

Life vest under your seat (un poema de Luis García Montero)

Señores pasajeros, buenas tardes
y Nueva York al fondo todavía,
delicadas las torres de Manhattan
con la luz sumergida de una muchacha triste,
buenas tardes, señores pasajeros,
mantendremos en vuelo doce mil pies de altura,
altos como su cuerpo en el pasillo
de la Universidad, una pregunta,
podría repetirme el título del libro,
cumpliendo normas internacionales,
las cuatro ventanillas de emergencia,
pero habrá que cenar, tal vez alguna copa,
casi vivir sin vínculo y sin límites,
modos de ver la noche y estar en los cristales
del alba, regresando,y muchas otras noches regresando
bajo edificios de temblor acuático,
a una velocidad de novecientos kilómetros, te dije
que nunca resistí las despedidas,al aeropuerto no,
prefiero tu recuerdo por mi casa,
apoyado en el piano del Bar Andalucía,
bajo el cielo violetade los amaneceres en Manhattan,
igual que dos desnudos en la penumbra
con Nueva York al fondo,
todavía al aeropuerto no,
rogamos hagan uso
del cinturón, no fumen
hasta que despeguemos,
cuiden que estén derechos los respaldos,
me tienes que llamar, de sus asientos.

martes, 2 de junio de 2009

"Mañana no será lo que Dios quiera" por Joaquín Sabina

Cuando vi la portada de este libro [Mañana no será lo que Dios quiera, de Luis García Montero (Alfaguara)], lo primero que pensé fue que los editores habían reproducido un fotograma de la película El Chico, de Chaplin. Fíjense bien: la misma conmovedora cara de golfillo, la misma mirada entre pícara y desvalida, el mismo flequillo, la misma gorra enorme, los mismos pantalonazos. Y claro que era El Chico, pero no el de Chaplin sino el que alguna vez fue y siguió siendo, a su modo, hasta la muerte, el inolvidable Ángel González. Ese chico, ese guaje, ese golfillo del que no sabríamos nada si Luis García Montero no le hubiera puesto al amigo, al poeta, en su crespúsculo, una grabadora delante y un par de whiskys para cumplir casi un deber testarmentario. Ángel se fue, maldita sea, hace ya más de un año, el tiempo que ha empleado Luis (¿quién podía hacerlo mejor?) en dar forma poética, novelada (y, sin embargo, asombrosamente fiel) a aquel río de palabras arrancado al último Ángel en tantas sobremesas del penúltimo mes de agosto en Rota. Una tarde caí sin avisar por la casa y, al sorprenderlos, hablando y grabando en un susurro, como en una confesión laica, decidí respetar la liturgia de la memoria y la amistad y la literatura y me fui de puntillas para no romper lo sagrado del aire. Lector ávido e indiscriminado como soy, más que adicto al género biográfico, he de confesar, sin embargo, que siempre se me han atravesado los libros dedicados a la infancia, a cualquier infancia, incluida la mía. Esa supuesta y tan prestigiada única patria del escritor me pareció prescindible demasiadas veces, tantas que, suelo deshonrar las biografías que leo saltándome todo lo que al héroe le sucede antes de los veinte años. A partir de ahí empieza a interesarme, cuando vuelve de la mili, cuando se va de putas, cuando escribe el primer verso, cuando coge las riendas de su destino. Con que menudo problema: el libro de un amigo casi hermano sobre la infancia de un maestro casi padre. Y además en prosa tratándose de dos poetas. Y para colmo novela o novelado, qué mas da. Pero ¡ay!, el hombre de poca fe y edad adulta ya debería saber a estas alturas que los tesoros literarios, que los milagros, que las pepitas de oro de la tinta acostumbran esconderse donde uno menos las espera. Y así fue que el placer que me produjo empaparme de esa infancia, guiado por la varita mágica de García Montero, sólo es comparable al desmesurado hueco que nos dejó en el corazón Ángel González. ¡Qué libro! ¡Qué niño! ¡Qué familia! ¡Qué guerra! ¡Qué amargura! ¡Qué belleza! Es más, mucho más que una biografía, más, mucho más que un libro de poemas, definitivamente más que una novela. Como si el autor, para debutar tan brillantemente en prosa no ensayística, hubiera estado esperando a que el anciano poeta de barba blanca le contara las andanzas de aquel rapaz, lo atroz de aquella guerra, la desesperada dignidad de los vencidos, la obscena crueldad de los vencedores. El padre muerto prematuramente, el hermano asesinado, Maruja, la hermana depurada (que se decía entonces), la casa familiar convertida en pensión de militares fascistas, el moro amigo, la primera guitarra, la taberna, los Taibo, Manolito Lombardero, tía Clotilde, Oviedo, la pobreza, la incuria, la esperanza ilustrada y tricolor, el sangriento debut de un tal Franco en Asturias, los rojos fugitivos escondidos temblando de miedo en alacenas, las primeras lecturas, la solidaridad en el espanto. Aquel niño, aquel alevín de poeta con su gorra y su flequillo y sus pantalonazos tuvo la inmensa suerte, entre tantos escombros, entre tanta ruina, entre tanta desgracia, de encontrarse tantos años después con otro enorme poeta llamado a darle voz, a darnos voz a todos los vencidos. Le hubiera gustado escribirlo a Stefan Zweig y a mí cantarlo y a González leerlo, estoy seguro. Porque ahora sabemos lo que había detrás de las gafas de Ángel, de los ojos de Ángel, del destierro de Ángel, del pudor de Ángel, de la elegancia de Ángel, de los versos de Ángel, de los silencios de Ángel, del alma de Ángel. Gracias Ángel. Gracias Luis. Si quieren reconciliarse, en esta feria del libro todo a cien, con la literatura, con la poesía, con la novela, con la palabra, con la memoria, si quieren reír mientras lloran, si quieren llorar mientras ríen, si quieren querer que dure más, que no se acabe nunca, que siga hablando Ángel, que siga escribiendo Luis, que no cierren los bares, que jamás amanezca, lean este libro hermoso sabiendo que mañana no será lo que Dios quiera. No se arrepentirán.

Y sigue tan campante...

J. D. Salinger lleva décadas alejado de la vida social, pero no de la realidad. El lunes, el escritor, de 90 años, demandó al autor y a la editorial de 60 years later: coming trough the rye (60 años después: recuperándose del centeno), de John David California, una continuación del libro de Salinger El guardián entre el centeno. Salinger pide que se destruyan los ejemplares y que se le reconozca la potestad de ser el único que pueda escribir la secuela. La editorial sueca Nicotext prosigue con el lanzamiento en junio en Reino Unido y en septiembre en EE UU.