La Tremenda Corte fue un programa radiofónico del género de comedia, producido en La Habana, Cuba y escrito por un español nacionalizado cubano llamado Cástor Vispo, que se transmitió entre 1942 y 1961 de forma ininterrumpida. Este conocido programa de radio es considerado por muchos conocedores en la materia, como la mejor comedia radiofónica producida en Latinoamérica para aquella época. Vispo aprendió y comprendió las esencias de la cultura popular cubana de aquellos tiempos, se identificó con la idiosincrasia, dichos y modismos del pícaro cubano y supo como volcarlas paulatinamente a través de personajes.
Tanto Vispo como el equipo de producción se dieron a la tarea de buscar cómicos locales con los cuales crear un espacio de corte liviano y de humor blanco, en 1941 (en plena Segunda Guerra Mundial) como una forma de alegrar y hacer olvidar de sus problemas a los habitantes de la isla. Pronto dieron con Leopoldo Fernández , un talentoso comediante que ya era reconocido en espacios radiales y teatrales, así como a su inseparable amigo, Aníbal de Mar, quien ya había trabajado tiempo atrás con el español. El resto del elenco surgió de pruebas con otros cómicos menos conocidos, pero igualmente destacados. De todos esos programas radiofónicos que se grabaron en la estación CMQ de La Habana, entre 1947 y 1961, nadie sabe cuántos aún perviven, y se consideran objetos raros y de un valor incalculable para los admiradores y coleccionistas de la serie.
Los años 1960 a 1961 fueron particularmente difíciles para el elenco, cuando el Gobierno empezó a enviar grupos de los suyos para que escandalizaran con sus consignas comunistas las actuaciones e interrumpieran por todos los medios las funciones. Como no lograron su plan, en 1961 se emitió en la isla un decreto en el que se obligaba a toda compañía teatral, radial o televisiva a someter sus programas a la Comisión de Censura.
A pesar de ello, una noche de ese mismo año en la que se presentaba “La Tremenda Corte” en su adaptación para el Teatro Nacional, se desató una balacera por parte del cuerpo de represión G2, en la que Fernández fue arrestado y debió purgar una condena de 27 días, en su casa por cárcel, sin mayor justificación. A él se le consideraba una persona muy influyente, y era conveniente mantenerlo del lado del régimen o cuando menos en silencio.
Luego de que fue absuelto, se cuenta que Fernández elaboró una pequeña pieza cómica que presentó en el mismo lugar de la capital cubana, en la que interpretando a “Pototo”, él y otro actor revisaban un archivo de fotos de los presidentes de Cuba para instalarlos en la pared. El otro actor mostró una foto de Fulgencio Batista y Leopoldo le dijo: –"A éste lo botas..." El actor siguió sacando diferentes figuras de políticos con la invariable respuesta del comediante: –"A éste también lo botas..." Finalmente, el ayudante sacó una foto de Fidel Castro. Leopoldo la miró, la mostró al público y dirigiéndose a la pared, dijo con su habitual socarronería: –"Déjame que a éste lo quiero colgar yo...".