"De un modo u otro, todos los negros, cualesquiera que sean, han sufrido persecuciones raciales. Un día, llamé a un electricista para arreglar algo en casa. Cuando llamó a la puerta, fui a abrirle. Me miró como si estuviera sucio. Me dijo: "Me gustaría hablar con el señor Davis." Cuando le dije: "Lo tiene delante", se puso colorado. Se imaginaba que yo era el portero. Estaba furioso y molesto. Que había hecho yo aparte de pedirle que hiciera su trabajo? Esa misma semana vi a varios reclutas de West Point. Y, en un bar me dirijo a uno y le pregunto por qué son tantos en la ciudad. Nada más hacerle las pregunta se dio la vuelta y se negó a responderme. Pero entonces, uno de ellos me reconoció y se puso colorado, exactamente como el electricista. Intento disculparse diciéndome que tenía todos mis discos. Le respondí que había pagado bastantes impuestos para que pudiera disfrutar de estudios gratuitos en West Point. Y me largué. Estoy seguro de que hoy me trata de hijo de puta. Esto me afectó hasta tal punto que no pude hace nada durante dos o tres días, fui incapaz de hacer nada. Dentro de dos o tres años, Gregory, mi hijo mayor, será llamado a filas. No puedo evitar imaginármello a las órdenes de este tipo." (1963)