martes, 1 de febrero de 2011

La amante abisinia de Rimbaud

Al final llegué a la conclusión de que algo funcionaba mal con ella. Era evidente. Exhibida como un animal de circo ante los críticos más ilustrados de Europa, la mujer daba vueltas alrededor de sí misma, sin pronunciar palabra, evitando cualquier interpretación.

He pensado en la imagen por años: es un gesto apenas, pero es el gesto. La mujer que enloqueció al poeta loco debe ocupar, por sí sola, un lugar en la historia; no detrás de él, no delante, a su lado.

Nadie recuerda su nombre ahora pero cada lector de Arthur debería saberlo.