Basada en una novela del pintor y escritor Danny Moynihan, esta película de Duncan Ward demuestra con creces que la gran mayoría de los mortales vivimos muy pero muy lejos de la exquisita minoría y que sus cuitas no son, no pueden ser, las nuestras. Todo parte de un deseo por poseer un Piet Mondrian y termina con la escandalosa exhibición de un video experimental. Ese es el mundo del arte actual y mucho me temo, anónimos lectores, que nosotros jamás seremos invitados a esa fiesta.