"También en otros sentidos es García Márquez un caso excepcional. Es un escritor serio y no obstante popular -en la estela de Dickens, Victor Hugo o Hemingway-, que vende millones de ejemplares de sus libros y cuya celebridad no va muy a la zaga de la de deportistas, músicos o estrellas de cine. En 1982 fue el ganador del Premio Nobel de Literatura, y uno de los más populares en tiempos recientes. En América Latina, una región que no ha vuelto a ser la misma desde que García Márquez inventara la pequeña comunidad de «Macondo», todo el mundo lo conoce por su apodo, «Gabo», al igual que ocurría con el «Charlie » del cine mudo o con el futbolista «Pelé». A pesar de ser una de las cuatro o cinco personalidades más destacadas del siglo xx en su continente, García Márquez nació, como suele decirse, «en medio de ninguna parte», en un pueblo de menos de diez mil habitantes, la mayoría analfabetos, de calles sin asfaltar, carente de alcantarillado y cuyo nombre, Aracataca, también conocido como «Macondo», hace reír la primera vez que lo oyes (aunque su similitud con «Abracadabra» tal vez debería llamar a la cautela).
Muy pocos escritores famosos de cualquier otra parte del mundo proceden de lugares tan apartados, aunque menos todavía son los que han vivido su época, en lo cultural y lo político, con la plenitud y la cercanía con las que lo ha hecho él. García Márquez es ahora un hombre que vive en la abundancia, con siete residencias en lugares elegantes de cinco países distintos. En las últimas décadas se ha permitido pedir (o, con mayor frecuencia, rechazar) cincuenta mil dólares por una entrevista de media hora. Ha colocado sus artículos en casi cualquier periódico del mundo y ha cobrado por ellos sumas suculentas. Al igual que ocurre con los de Shakespeare, los títulos de sus libros se adivinan tras un sinfín de titulares de prensa de todo el planeta («cien horas de soledad», «crónica de una catástrofe anunciada », «el otoño del dictador», «el amor en los tiempos del dinero»). Se ha visto obligado a encarar y soportar el tremendo peso de su fama durante la mitad de su vida. Sus favores y su amistad han sido codiciados por los ricos, los famosos y los poderosos: François Mitterrand, Felipe González, Bill Clinton, la mayor parte de los presidentes de Colombia y México de los últimos tiempos, al margen de otras celebridades. Sin embargo, a pesar de su fulgurante éxito literario y económico, se ha mantenido fiel toda la vida a la izquierda progresista, a la defensa de buenas causas y a la creación de empresas positivas, entre ellas la fundación de reconocidas instituciones dedicadas al periodismo y al cine. Al mismo tiempo, su estrecha amistad con otro líder político, Fidel Castro, ha sido una fuente constante de controversia y críticas durante más de treinta años."