"Es verdad, cuando tenía 18 años, tuve una relación de amor con una stripper rusa y, durante algún tiempo, estuve obsesionada por la actriz pornográfica Jenna Jameson. La sensualidad puede ser un arma muy potente y nosotras las mujeres tenemos que aceptarla en lugar de combatirla. No disponemos de la fuerza física para dominar a los hombres, pero no la necesitamos porque podemos usar nuestras dotes naturales. Hablar de sensualidad y de sexo para una mujer es escandaloso, porque vivimos en una sociedad que ha sido fundada sobre principios bíblicos arcaicos, donde los hombres son admirados por sus proezas sexuales, mientras que nosotras provocamos molestia, sobre todo en los Estados Unidos. Al contrario, en Europa una mujer puede ser sexy y también inteligente. Hay mujeres que buscan a hombres ricos o que tienen un carro rápido, pero yo no, para mí un hombre, en primer lugar, tiene que tener un gran sentido del humor y el coraje de ser vulnerable, porque ser macho es fácil, pero para ser vulnerables necesita coraje. Los diarios no me permiten ser auto-irónica, toman en serio todas las salidas sarcásticas que digo y me retratan como si fuera una mujer muy segura, vacía y consentida, una que no tiene mucho para decir.”