Favio ha dicho más de una vez que filmaba no con el guión sino con “el recuerdo del guión”. “Es que lo tengo tan grabado en mí que no necesito estar mirándolo. Pongo la cámara en primer plano y después me fijo y el guión dice: primer plano. Porque yo escribo en cine”, dice Favio, y enseguida muestra el libro original de Moreira, prolijamente encuadernado, ilustración perfecta de un método que parece imbatible. “El lado izquierdo nuestra la importancia que le doy a la imagen, cómo tiene que ir cada cosa, y hago un relato. Incluso inventé un método para marcar el tiempo, el lapso en el que los personajes van de un lado a otro. Yo me imagino esos tiempos como un lapso mental; en otros guiones amplié esos tiempos mucho más, con puntos suspensivos. Ese es mi tiempo.” En la columna derecha están anotados diálogos y el resto de la banda sonora (sonido ambiente, etcétera). “Esto es algo que ya no se usa. Gatica me llevó dos tomos de éstos”, dice y reafirma: “Yo escribo en cine, y no sé hacerlo de otra manera. No hago literatura. Muchos ponen cosas como: Juan entró al estudio de Favio, se sentó y comenzó a dialogar. Yo necesito poner cómo es este estudio al que entró Juan; es importantísimo qué le provoca, si lo inhibe o no, si existen fotos de la niñez del tipo. Yo registro todo el ámbito. Les es más útil a los técnicos y al actor, que cuando lee ya sabe cómo es y puede sentir parte de una cosa con cuerpo y con alma”.