Lugares comunes unidos, interminablemente, a otros lugares comunes convierten a esta película en una de las peores aventuras emprendidas por ese genio llamado Martin Scorsese. Una de dos: o al Maestro se le acabó la gasolina y atraviesa una dura sequía, o nunca fue un genio, y así las cosas, apaga ese fósforo, Di Caprio, y vete.