Quizás Danny Boyle nos haya sorprendido positivamente en el lejano pasado imperfecto de nuestras vidas (Trainspotting), pero ahora cuando regresa con una historia basada en hechos reales ("el drama que sufrió el montañero Aron Ralston en el 2003, que tras quedar atrapado su brazo por una roca, tomó la decisión de amputarse el miembro con una navaja para poder sobrevivir") deseamos con todas las fuerzas de la naturaleza que la película se hubiera terminado en el minuto 17 (16 y 20, para ser exactos) y no 127 horas después...