Humilde gente del campo sin más amor que las caricias inconscientes de una bestia, así vivían la plena vida.
-“He despedazado víctimas humanas. Con los animales no me meto”, decía el hombre tras las rejas.
-¿Eso te hace mejor?, preguntaba yo.
-“¡Cállate, puta!”, gritaba ella, callada hasta entonces.
-Se van a podrir en la cárcel, decía yo.
-“El momento del crimen es una ola: a veces, regresa al mar antes de tocarte, a veces te derriba contra la arena”, decía él.
Yo pensaba en lo que habían hecho y escupía sobre el suelo.
-“He despedazado víctimas humanas. Con los animales no me meto”, decía el hombre tras las rejas.
-¿Eso te hace mejor?, preguntaba yo.
-“¡Cállate, puta!”, gritaba ella, callada hasta entonces.
-Se van a podrir en la cárcel, decía yo.
-“El momento del crimen es una ola: a veces, regresa al mar antes de tocarte, a veces te derriba contra la arena”, decía él.
Yo pensaba en lo que habían hecho y escupía sobre el suelo.