lunes, 29 de junio de 2009

Bogotá y el peso muerto de España

El escritor norteamericano William S. Burroughs (1914-1997) fue novelista y ensayista. Recorrió América del Sur en 1953. Vale la pena recordar algunas de sus anotaciones de la época:

· Todos los días nos proponemos salir temprano hacia la selva. Los colombianos terminan de desayunar alrededor de las once (el resto de nosotros esperando por ahí desde las ocho) y empiezan a buscar un guía competente con preferencia alguno que posea una finca cerca del pueblo. Llegamos a la finca más o menos a la una y perdemos otra hora almorzando. Entonces los colombianos dicen: “Parece que la selva está lejos. A unas tres horas. Hoy no hay tiempo de llegar allí”.

· Bogotá es alta, fría, y húmeda; es un frío húmedo que se le mete a uno dentro como el frío enfermizo del opio. No hay calefacción en ninguna parte y uno nunca llega a calentarse. Como en ninguna otra ciudad que haya visto en América del Sur, se siente en Bogotá el peso muerto de España, sombrío y opresivo. Todo cuanto es oficial lleva el sello de Made in Spain.

· A un sudamericano le puede estar asomando el culo por los pantalones pero seguirá con la corbata puesta.

· Hablo del Sudamericano en su mejor expresión, una raza especial en parte india, en parte blanca, en parte sabe Dios qué. No es, como uno suele pensarlo al principio, fundamentalmente un oriental, ni pertenece a Occidente. Es algo especial, distinto a cualquier otra cosa. Se ha visto impedido de expresarse por los españoles y la Iglesia Católica. Lo que se necesita es un nuevo Bolívar que realmente arregle las cosas. (…) Nunca me sentí tan decididamente de un lado e incapaz de percibir alguna característica redentora del otro.

· América del Sur es una mezcla de razas todas ellas necesarias para alcanzar la forma potencial. Necesitan sangre de blancos, como lo saben –el mito del Dios Blanco- y qué es lo que consiguieron sino esta porquería de españoles. Con todo tuvieron la ventaja de la debilidad. Nunca hubieran conseguido echar a los ingleses de aquí. Hubieran creado esa atrocidad conocida como un País de Hombres Blancos.

· Nunca me siento halagado por esa simpatía promiscua hacia los norteamericanos. Es ofensiva para la dignidad personal, y nada bueno puede esperarse de esos simpatizantes de los Estados Unidos.